Y por fin llegó el gran día. Seis meses y seis días después del fiasco del 20-D, los españoles están llamados de nuevo hoy a las urnas para elegir al Gobierno que guiará la gestión política durante los próximos años. Sólo en teoría. A priori los números no le darán a nadie. Las cuatro principales fuerzas -PP, PSOE, Unidos Podemos y Ciudadanos- tendrán que volver a sentarse a negociar entre ellos para tratar de cuadrar un nuevo Ejecutivo. Al menos, siempre que no se produzca la gran coalición que propugnan los populares con los socialistas -Pedro Sánchez la ha rechazado por activa y por pasiva- o que C's y Unidos Podemos -referente en España de A la Valenciana- salven sus abismales diferencias y se asocien con el PSOE. Pase lo pase en el resto del Estado, son las elecciones más inciertas que se celebran en la Comunidad y en la provincia en los últimos 23 años. Desde entonces, el PP mantiene una hegemonía electoral que, de acuerdo con los sondeos, podría romper en esta ocasión la coalición que forman Compromís, Podemos y EU.

Futuribles aparte, el 26-J estará hoy marcado por dos claves. La primera, la participación. Las cuatro grandes formaciones se han esforzado estos días de campaña por sacar a su electorado de casa apelando, en todos los casos, al voto útilsacar a su electorado de casa. Con discursos prácticamente calcados a los de diciembre, se han postulado como la única alternativa de cambio, en el caso de la oposición, y de seriedad y estabilidad, el PP. Y es que la capacidad de movilización se antoja fundamental en todos los casos. En los populares, para consolidarse como primera fuerza y tratar de llevar a las urnas a electores enfadados con Rajoy por la crisis y la corrupción. En el caso de la marca que aúna al partido morado, IU, Compromís, las mareas gallegas y otras formaciones de izquierda, para dar la campanada, rebasar al PSOE y acercarse lo más posible al PP. En los socialistas, para evitar precisamente ese sorpasso; y en Ciudadanos, para aguantar el tirón.

La segunda gran preocupación de los partidos son los indecisos. De acuerdo con los datos demoscópicos, uno de cada tres electores todavía no tiene decidido qué papeletas insertar en la urna. De ahí que los cuatro partidos, sin excepción, hayan intentado -ya se verá si con éxito- convencer a los indecisos. Esta noche saldrán de dudas. Conscientes de la importancia estratégica de la provincia, PP, A la Valenciana, PSOE y C's han convertido la ya extinta campaña electoral en la más alicantina de los últimos tiempos. Los cuatro candidatos a la Presidencia del Gobierno -Mariano Rajoy, Pablo Iglesias, Pedro Sánchez y Albert Rivera- han pisado las comarcas alicantinas durante el mes de junio, conscientes de la importancia estratégica de «pescar» votos en la quinta demarcación española en población. Pese a que los discursos han sido dispares, el objetivo último ha sido común: intentar convencer al 30% de los indecisos de que su opción es la mejor para encarar la recta final de una crisis que se prolonga ya durante más de ocho años. Y es que la crucial cita con las urnas de hoy es distinta al resto. Con el fin del bipartidismo ya consolidado, el 26-J volverá a dibujar un mapa político fragmentado en el que se acabaron las mayorías absolutas y en el que cada formación, de alguna manera, se juega su futuro a corto, medio e incluso largo plazo.

El próximo Ejecutivo no lo tendrá nada fácil. ¿Por qué? Porque las políticas que decida impulsar estarán muy marcadas, sobre todo en los primeros meses, por la incertidumbre económica que se avecina en la Unión Europea tras la confirmación de que habrá «Brexit». Es decir, tras la salida del Reino Unido de la Unión Europea, con las consiguientes turbulencias financieras que están ya encima de la mesa. Sólo hay que mirar qué ocurrió el viernes en las principales bolsas comunitarias. Cuando tiemblan los parqués, las sacudidas se expanden mucho más allá. Por ejemplo, a los datos de la prima de riesgo. Una situación que tiene importancia en la Comunidad y la provincia, principal receptora del turismo británico. Una de las claves de la jornada será medir si, finalmente, el «brexit» tiene un impacto en los comicios y activa el voto conservador a favor del PP. ¿Pero cómo afrontan los partidos esta trascendental cita electoral del 26-J?

Partido Popular

Es, a priori, el que parte hoy con una cierta ventaja. Así lo han atestiguado las encuestas. Todo lo que no sea cerrar la jornada electoral como primera fuerza política en España sería un tremendo varapalo para la formación que capitanea Mariano Rajoy. Tras cuatro años y medio en el Gobierno y con infinidad de reformas aprobadas, los populares aspiran a mantener el poder para profundizar en esas políticas. La estrategia que ha utilizado el PP durante la campaña ha sido clara. En primer lugar ha apelado al voto útil. Tras el pacto fallido de C's con el PSOE después del 20D los populares han hecho un llamamiento a antiguos votantes que optaron en su día por la formación de Albert Rivera.

Y no sólo eso. Sabedores de que su mayoría absoluta tiene visos de pasar a la historia, han reiterado hasta la saciedad una oferta de gran coalición al PSOE. Incluyendo, si quiere, a C's -en un claro ejemplo de la irrelevancia que le han querido dar los populares al partido naranja-. Todo eso, a nivel nacional. En la Comunidad y en la provincia la situación es similar, aunque la posibilidad de que A la Valenciana le dispute la supremacia al PP en votos y escaños tiene más fuerza que en España.

A la Valenciana

Lanzados. Así es como llega de ánimo al 26-J la marca que suma a Compromis, Podemos y EU. Tras quedar como tercera fuerza en los comicios del pasado mes de diciembre en España pero, a la vez, dar ya el «sorpasso» a los socialistas en la Comunidad y la provincia, esta plataforma de partidos ahora también suman a IU con su líder Alberto Garzón. Los sondeos vaticinan ahora que ese «sorpasso» al PSOE que ya se produjo en la Comunidad se podría trasladar a España. Y además dejan entrever que incluso A la Valenciana estaría en condiciones disputarle la victoria al PP, donde el partido de la gaviota ha ganado comicios tras comicios desde 1993. El resultado más incierto desde hace 23 años y un vuelco electoral que, de producirse, sería histórico.

PSOESegunda fuerza el 20-D

a nivel nacional pero tercera en la Comunidad y en la provincia, el reto de Pedro Sánchez pasa por tumbar los augurios demoscópicos para intentar reeditar, al menos, su segunda plaza de diciembre. Ese resultado le permitiría reclamar la Presidencia en las negociaciones con Podemos y supondría una inyección de moral para un partido que cada vez que llega una cita con las urnas ve cómo merma su número de votos. De puertas hacia afuera los socialistas destilan optimismo. Creen que pueden convencer a ese 30% de indecisos. Confirmar los malos augurios de las encuestas pondría al partido en una situación límite, a las puertas de lanzarse a una nueva batalla interna -otra más- y podría generar inestabilidad en gobiernos, por ejemplo, como el de la Generalitat Valenciana, pendiente de la posible entrada de Podemos en el bipartito que ya comparten desde hace un año los socialistas y Compromís.

C's

El partido de Albert Rivera se «vende» como la única gran formación capaz de intermediar entre el PP y el PSOE para desbloquear el Gobierno y hoy confía en mantener los resultados que logró el 26-J. Ese es su objetivo también en la Comunidad y la provincia. De los cuatro «grandes», C's es el que tiene una bolsa de votantes menos fiel. Sin embargo, sus candidatos confían en revertir esas previsiones para volver a ser un actor decisivo en las negociaciones para intentar formar gobierno.