A Margallo se le notan las tablas y la experiencia, que para eso lleva medio siglo en política y un lustro como ministro de Asuntos Exteriores, y con su retranca y tres datos salva sin despeinarse sus enfrentamientos electorales con el resto de candidatos por Alicante al Congreso. El debate que tuvo lugar anoche en INFORMACIÓN TV no fue una excepción y a Margallo se le vio sobrado y por momentos condescendiente hasta que alguno de sus rivales le tocaba las narices como en un momento hizo Rita Bosaho, -quién lo iba a decir hace seis meses- cuando afirmó que «el PP ha hecho de la corrupción una forma de Gobierno» y el ministro recurrió a la socorrida Venezuela para cambiar de tercio.

Al margen de una cierta mejora como parlamentaria de la candidata de A la Valenciana, y tampoco para tirar cohetes (Rita apenas aprovechó la mitad del tiempo que le correspondió en la apertura y el cierre del debate), el de anoche fue casi un calco del celebrado en diciembre entre los mismos protagonistas pero con las intenciones de pactos algo más claras y más cariño entre los que en un futuro pueden convertirse en socios de gobierno. Salvo momentos puntuales, el debate fue plano con los argumentos centrales repetidos de los de los líderes de sus partidos el lunes pasado y con escasa agresividad. Es sintomático, por ejemplo, que el único que nombró a Gerardo Camps y sus facturas en comidas fuera el propio Margallo, un argumento de ataque sorprendentemente desaprovechado por sus tres oponentes, quizá por ese cansancio que los candidatos evidenciaron y que no dudaron en admitir.

Al haber pasado por lo mismo hace seis meses, era inevitable la sensación de déjà vu. Los candidatos fueron llegando a INFORMACIÓN TV con la lección aprendida y rodeados de sus asesores que en los recesos del debate entraban en tromba al plató para lanzar consejos y dar ánimos. Fue antes del debate y en esos recesos cuando se mostraban espontáneos, amigables e incluso cómplices al tener que pasar por una segunda campaña electoral en medio año «con este calor», y protagonizaron los mejores momentos de la jornada. «Si hay una tercera campaña antes de 4 años, conmigo no contéis», indicaba riendo Marta Martín al tiempo que se arreglaba la blusa con naturalidad frente a sus oponentes para colocarse el micro y Julián López ponía cara de horror solo de pensar en una tercera vuelta. «Un momento para que la maquilladora dé otro toque al ministro que está muy blanco», señalaba la candidata al senado Asunción Sánchez Zaplana, ya en el plató, alertada por una asesora de Marta Martín de la palidez de Margallo bajo los focos mientras éste conversaba con sus oponentes sobre los presidentes que ha conocido y les confesaba, encogiéndose de hombros, que «por ejemplo yo no soy predilecto de Aznar». «No fue contra un árbol sino contra una rama», explicaba Julián López al relatar el golpe de Pedro Sánchez del lunes al tiempo que Marta Martín pedía que se bajara un poco el aire acondicionado «que la otra vez no paraba de temblar».

Las aparentes buenas relaciones de los cuatro políticos se evidenciaban cada vez que se apagaban los focos, aunque, conforme iba pasando el tiempo del debate, se les fue viendo más cansados y, en el segundo receso, optaron por consultar sus notas antes de pasar a hablar de la provincia y finalizar pidiendo el apoyo de los electores. Tanto Marta Martín como Julián López consumieron su minuto mirando a la cámara. Margallo se dirigió sobre todo a los moderadores y Rita Bosaho se mostró más incómoda al hablar a los electores y sólo utilizó medio minuto.

Al finalizar, abrazos y besos y una testigo sorpresa de los últimos minutos del debate: la diputada en el parlamento catalán y número cuatro del PP, Andrea Levy, que se pasó por la televisión poco antes de finalizar el debate acompañada de José Císcar para saludar a Margallo. «Ven Marta que te presento a Andrea», pidió el ministro a la candidata de Ciudadanos mientras se marchaban todos juntos tan ricamente. «A ver si con tanto buen rollo son capaces esta vez de ponerse de acuerdo», indicaba un técnico mientras recogía los micros. Ya veremos.