El terremoto político que se produjo en España registró, si cabe, un mayor impacto en la Comunidad y en Alicante. El PP aguantó el tipo como primera fuerza política autonómica y provincial. Pero registró, eso sí, un mayor desgaste que en el resto de España: los populares perdieron nueve de sus veinte diputados en la Comunidad y se dejaron cuatro de los ocho que tuvieron en Alicante durante la última legislatura. Así que el PP, en las primeras elecciones de Isabel Bonig al mando de la formación tras la marcha de Alberto Fabra, logra tomarse un respiro para intentar reorganizarse de cara a las elecciones municipales y autonómicas además de contener a Ciudadanos, que no se acercó ni de lejos a sus propias expectativas. Para los socialistas valencianos, la otra gran fuerza del bipartidismo desde la transición, sin embargo, los comicios significan el punto y final de una etapa: Compromís-Podemos le dio el «sorpasso» y asume el liderago de la izquierda frente al PSPV que, por primera vez en su historia, deja de ser la gran referencia de los votantes progresistas con un retroceso que le dejó, incluso, por debajo del 20% de los votos y como tercera fuerza. Un auténtico varapalo.

Los populares resistieron aunque cedieron nada menos que 21 puntos y más de medio millón de votos. A pesar de todo, la formación de Isabel Bonig se mantuvo como primera fuerza, claramente por encima del listón de los 3o% de los votos -cuatro puntos por encima de la media de España- y, además, mostrando una ligera recuperación de apoyos en relación a las últimas elecciones municipales y autonómicas. Balón de oxígeno para Bonig, que podrá afrontar el próximo congreso regional del PP con una cierta calma para diseñar un nuevo equipo a su medida y gestionar cambios en la organizaciones provinciales.

En Alicante, incluso, los populares «sobrevivieron» mejor: lograron un porcentaje de voto superior a la media autonómica y con casi 100.000 votos de diferencia sobre la lista de Compromís-Podemos, que quedó en segunda posición. Vencieron en 24 de las 26 localidades de la provincia con más población, incluyendo Alicante y Elche.

Pero, sobre todo, el alto mando popular logró, a pesar del final del bipartidismo, algo más importante: contener la fuga de votos a Ciudadanos, que se había convertido en la gran amenaza para disputarle al PP la supremacía del espacio de la derecha. Hace unos meses la formación de Albert Rivera aspiraba a ser la primera fuerza en Alicante y a disputarle la victoria al PP en el conjunto de la Comunidad. Lejos. Muy lejos de cumplir con esas expectativas, que se desinflaron al ritmo que Rivera se desfiguraba durante la campaña. Fueron cuartos en las tres circunscripciones de la Comunidad, también en la provincia. Y cosecharon cinco escaños, dos por Valencia y Alicante, respectivamente, y uno en Castellón. La formación sale muy tocada de estos comicios que, en teoría, les beneficiaban más que las municipales y autonómicas. Su crecimiento se ha estancado. Y no sólo eso. Está en cuestión la organización de Ciudadanos en la Comunidad -amalgama de expopulares, socialistas rebotados y desertores de UPyD-, el liderazgo y la estrategia de Carolina Punset en las Cortes y abre muchos interrogantes sobre el futuro de la formación en tanto que el PP, en uno de sus peores momentos, todavía les dobló en votos y escaños.

A la izquierda, sin embargo, los socialistas cosecharon el peor resultado de su historia en la Comunidad, por debajo ya del listón del 20% de los votos. Y, por primera vez, no son una de las dos fuerzas más votadas. En ninguna de las tres provincias, incluyendo a Alicante, la circunscripción que «salvó» a Ximo Puig en las autonómicas frente al empuje de Mónica Oltra. Ya no mandan en la izquierda de la Comunidad y dejan de ser la principal alternativa de gobierno al PP. Todo un varapalo para Puig y para decenas de alcaldes socialistas, que salen de estos comicios en precario como en los casos de Alicante y Elche. Así que la coalición que lidera Mónica Oltra en la Comunidad, reforzada en esta ocasión con Podemos para las generales, se convirtió en una de las grandes triunfadoras de la jornada electoral.

En las autonómicas y municipales, la formación pasó de ser una fuerza de oposición a una opción de gobierno, que le ha situado en pie de igualdad con los socialistas en el Consell y al mando de 90 alcaldías. Anoche, sin embargo, aún dio un paso más adelante: asumió el liderazgo de la izquierda. Le sacó casi seis puntos a los socialistas en toda la Comunidad; fidelizó casi todo el voto de las autonómicas que, entonces, por separado, lograron Compromís y Podemos; fue segunda fuerza en las 3 provincias y, en el caso de Alicante, su gran talón de Aquiles, dejó en precario al PSPV. Negocio redondo.