Un día después de que las urnas dejaran el Parlamento más fragmentado de la democracia, los partidos comenzaron ayer a fijar sus posiciones de cara a la formación de un futuro Gobierno.

El presidente en funciones del Gobierno, Mariano Rajoy, apeló a la «responsabilidad» y al «sentido de Estado» ante la diabólica situación que han dejado las urnas el 20D y llamó al líder socialista, Pedro Sánchez, para que «esté a la altura» de las circunstancias y al menos se abstenga para propiciar su investidura. En este sentido, el presidente de los populares iniciará conversaciones para intentar formar un Ejecutivo estable como partido más votado, y aseguró que afrontará el proceso «con generosidad»; un guiño al PSOE de cara al futuro reparto de puestos en la Mesa del Congreso de los Diputados, que se constiuirá a partir del próximo 13 de enero, cuando se formen las Cámaras.

En su segunda rueda de prensa en veinte horas, Rajoy, tras reunir al comité ejecutivo nacional del partido, reiteró que España necesita un Ejecutivo que dé seguridad a los españoles sobre la unidad de España, la consolidación del crecimiento económico y el cumplimiento de los compromisos con la Unió Europea. Es decir, un acuerdo que dé estabilidad a su futuro Gobierno sin echar abajo los ejes básicos de sus políticas durante los últimos cuatro años.

Incluso antes de que Rajoy apareciera en persona, la dirección del PSOE ya había acordado que votará en contra de la reelección del presidente y esperará a ver si el PP logra formar gobierno antes de decidir si Sánchez llama o no al líder de Podemos, Pablo Iglesias, para intentar conformar una mayoría alternativa.

Una salida que se antoja muy difícil por dos motivos: el primero, la oposición cerrada de los presidentes y secretario generales de los socialistas del sur, Susana Díaz, de Andalucía; Guillermo Fernández Vara, de Extremadura, y el castellanomanchego Emiliano García-Page.

En segundo lugar, porque todo intento de gobierno del PSOE pasa necesariamente por un apoyo de ERC y PNV para tener la mayoría necesaria. Un «sudoku» muy enrevesado.

El número dos socialista, César Luena, avisó, no obstante, de que «los españoles han votado cambio a izquierda» y «vamos a traducir ese voto en la sesión de investidura», aunque evitó aclarar qué posición adoptaría su partido si el PP presentara otro candidato distinto: ¿Soraya Sáenz de Santamaría?....

Abstención de Rivera

El líder de Ciudadanos, Albert Rivera, analizó la situación desde la comodidad de no ser estrictamente necesario para gobernar. Con todo, Rivera planteó que la Mesa del Congreso la presida alguien diferente al PP y aclaró que «no estará« en un Gobierno con Rajoy, aunque pidió a Sánchez que se abstenga en la votación de investidura del líder del PP para propiciar un Gobierno en minoría. En caso de duda, pidió al líder del PSOE que diga «si está por empezar la legislatura» o si tiene intención de «bloquearla» y conducir a nuevas elecciones anticipadas e hizo hincapié la importancia de que la legislatura se inicie cuanto antes para «comenzar a trabajar».

Por su parte, Pablo Iglesias emplazó a Sánchez para que asuma la «responsabilidad» de favorecer un Ejecutivo alternativo al del PP, y fue rotundo al argumentar que que «si no entiende» los resultados del 20D ni la plurinacionalidad de España, «entregará» el Gobierno a Rajoy.

«Ni por activa ni por pasiva Podemos va a permitir un Gobierno del PP, ni con votos a favor ni con la abstención», enfatizó Iglesias, tras mostrar su preocupación por la posibilidad de que los socialistas ignoren a su partido en la «nueva transición» abierta tras los comicios, según el máximo dirigente de la formación morada.

Al tiempo, Iglesias avanzó que se pondrá en contacto con el resto de los principalees líderes para hablar del nuevo escenario y reiteró como ejes irrenunciables para una negociación el blindaje constitucional de los derechos sociales, la prohibición de las puertas giratorias, la independencia judicial, la reforma del sistema electoral y una moción ciudadana para revocar al Gobierno que incumpla su programa. Toda una declaración política que parece alejarle aún más del núcleo central de decisión de los socialistas, ubicado en el Palacio de San Telmo en Sevilla. Sin embargo no quiso desvelar cuál sería la posición final de Podemos y sus aliados ante una eventual votación para la investidura de Pedro Sánchez y tampoco aclaró si baraja la posibilidad de presentarse él mismo como alternativa de cambio a Rajoy. Algo que solo sucedería si el PSOE se abstiene finalmente y permite un gobierno débil del PP.