Daños controlados en el Consell después del relevo que se produjo en las elecciones generales en el liderazgo de la izquierda con el «sorpasso» de la coalición Compromís-Podemos a los socialistas. Al menos por ahora, no habrá movimientos en el gobierno valenciano. El complicado mapa político que se abre en España con una geometría variable de posibles pactos que va desde una gran coalición entre el PP y el PSOE hasta un pacto de izquierda pasando, incluso, por la convocatoria de nuevas elecciones deja en el limbo una operación que, durante semanas, se había barajado para después del 20D: la entrada en el Consell que comparten los socialistas y Compromís de Podemos, hasta ahora socios parlamentarios de Ximo Puig y Mónica Oltra.
La cúpula de la formación de Pablo Iglesias, a pesar del enorme éxito de su coalición con Compromís, descarta por ahora esa posibilidad. Podemos, con los 69 escaños que ha conseguido en el Congreso junto a sus alianzas periféricas, tendrá un papel decisivo en Madrid. Mientras se negocia el futuro gobierno de España, contactos que se podrían alargar, incluso, durante meses, ni unos ni otros quieren entregar munición ni a la derecha ni tampoco a los contrarios en el PSOE a un eventual pacto de izquierdas en Madrid. Albert Rivera, de Ciudadanos, por ejemplo, ya ha ofrecido su abstención para facilitar una investidura y que nadie dependa, entre otros, de una fuerza como Compromís. Al tiempo, dirigentes socialistas rechazan una coalición con la formación de Pablo Iglesias por su posición en el debate territorial, que es favorable a la convocatoria de un referéndum para decidir el futuro de Cataluña.
Tampoco Mónica Oltra apretará el acelerador. Descarta por completo solicitar a Ximo Puig una presidencia rotatoria. Presionar ahora supondría tensionar la relación entre dos fuerzas que no sólo comparten el gobierno de la Generalitat sino también de noventa alcaldías, entre ellas las de las cuatro principales ciudades de la Comunidad. Durante la noche electoral, de hecho, se produjeron conversaciones entre dirigentes del PSPV y cargos de Compromís para intentar que tanto el retroceso socialista como el cambio en el el liderazgo de la izquierda tuviera el menor impacto posible en el Consell. Mantener el pacto de no agresión entre las dos fuerzas del Ejecutivo autonómico a pesar de la debilidad en la que, en estos momentos, se mueven los socialistas tras cosechar el pasado domingo su peor resultado de la historia y caer por debajo del 20% de los votos, un suelo que cede un poco más elección tras elección para situarse a 6 puntos de la coalición valencianista. Hay coincidencia de que, en estos momentos, toca completar en los próximos años el cambio que arrancó hace seis meses en la Generalitat con la gestión como principal argumento. O, como mínimo, eso trasladaron unos y otros de puertas hacia fuera.
Sólo cabe una posibilidad de que este decorado pueda variar: un gobierno de izquierdas en Madrid, algo que en estos momentos parece bastante improbable. En esa nueva mayoría parlamentaria tendrían que entrar, de forma obligatoria, las tres formaciones que firmaron en Valencia el Pacte del Botànic. Así que ese sería otro escenario pero que, en estos momentos, no está encima de la mesa. Con esa tesitura, los tres líderes de las formaciones que sustentan al Gobierno valenciano se esforzaron en ofrecer, al menos asi lo escenificaron, imagen de una cierta unidad durante la sesión parlamentaria que arrancó ayer en las Cortes y que culminará a finales de esta semana con la aprobación de los presupuestos de la Generalitat para 2016. Tanto el jefe del Consell, Ximo Puig, como la vicepresidenta Mónica Oltra -la gran triunfadora de la noche electoral en la Comunidad- y el líder de Podemos, Antonio Montiel, garantizaron la estabilidad del Ejecutivo. Está por ver hasta cuándo.
