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De tripas corazón

Ciudadanos culpa a los sondeos de las altas expectativas y vende como triunfo lo que se reflejaba como derrota

Tres momentos de la noche electoral. Abajo a la derecha, Marta Martín con Sepulcre. RARA ARJONES

Con la decepción de un niño que de los Reyes Magos espera un tren de mercancías y al final sólo le traen el furgón de cola acogieron anoche el resultado electoral las cerca de cien personas que entre militantes y simpatizantes de Ciudadanos Ciudadanosse acercaron hasta el restaurante que la formación había contratado junto al Puerto para seguir la noche electoral.

Fue tal el jarro de agua fría que les cayó encima nada más difundir TVE (la única cadena que durante toda la noche se sintonizó en el local) los resultados del sondeo realizado a pie de urna que la mayoría no levantó cabeza hasta pasadas un par de horas, cuando la ya virtual diputada Marta Martín sacó pecho con los datos de Alicante («por encima de la media nacional y de los mejores juntos a Madrid y Murcia», enfatizó) mientras varios de sus colaboradores repartían banderitas naranjas y animaban a una euforia que sonaba a forzada.

Pero hasta ese momento, cuando tocaba no desentonar con el subidón de la cabeza de lista, si a alguno de los presentes se le hubiera pinchado a buen seguro que no habría sangrado. No acababan de entender cómo de casi tocar el cielo la realidad les había dejado tan lejos.

Entre los que allí estaban (no faltó el coordinador provincial Emigdio Tormo pero no se vio al de la Comunidad, Emilio Argüeso, al que situaron en Valencia), los había cariacontecidos, que consumieron las horas del escrutinio con la mirada perdida en el televisor. Pero hubo también cabreados, a los que no le importó maldecir en público unas encuestas que les prometieron unas alegrías que las urnas se han resistido a darles. Uno de ellos fue el diputado provincial Fernando Sepulcre, quien irrumpió en el local con un expresivo «vaya hostiazo que nos hemos dado; la próxima vez, quien haga las encuestas, que se las coma» mientras que al senador Luis Crisol, más comedido, bastaba con reparar en la expresión de su rostro para adivinar que su pensamiento no andaba muy lejos del de su compañero de filas.

Junto a ellos, otros, por lo bajini, se lamentaban de no haber capitalizado el voto del cambio al tiempo que mitigaban su pena con las viandas que se habían preparado para hacer más llevadera una noche en la que sobraron copas y, al menos mientras los medios de comunicación estuvieron presentes, no se descorchó ninguna botella de champán. Ni de cava tampoco.

El que Martín también se quejara (de los sondeos, del trato de los medios de comunicación...) no le impidió dar saltos de alegría por unos resultados que, si bien y aunque ahora se niegue, distan mucho de lo que se esperaba pero que, eso es innegable, le garantizan el escaño. A ella y a su compañero José Cano. Unos votos de los que mostró especialmente orgullosa tanto por el total como por haberlos conseguido, según precisó, sin ayuda de nadie. « Aquí no ha venido nadie. Me lo he currado yo. Partimos de la nada y lo que se esperaba en un principio es que saliera yo, luego el resultado es bueno», insistió la catedrática, quien en el fragor de su celebración tuvo palabras para UPyD, la formación de la que procede, y no precisamente para desearles felices fiestas.

Mientras los diputados electos escenificaban su alegría con los militantes alguién hizo ver al diputado provincial que, al menos de momento, su partido no iba a suprimir la Diputación. «Pues menos mal», bromeó Sepulcre.

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