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Con la sonrisa de la derrota

El PSOE encaja su peor resultado en la provincia con el consuelo de que PP y C's no logran la mayoría absoluta

Los socialistas siguen el escrutinio desde su sede en Alicante. Abajo, López Milla abraza a Echávarri y otro instante de la noche. antonio amorós

«He hablado con Pedro (Sánchez) y me ha pedido tranquilidad», iba contando ayer el alcalde de Alicante, Gabriel Echávarri, minutos después de que se cerraran los colegios electorales en la península y cuando aún no se conocía ningún dato oficial, sólo los sondeos a pie de urna. Y tranquilidad, y no poca, hubo anoche en la sede de los socialista alicantinos, donde apenas se escuchó una palabra más alta que otra. Ni aplausos ni siquiera gestos de ánimo. De celebraciones, ni se habló. Los peores resultados históricos del PSOE en la provincia, con sólo tres de los doce diputados en juego, fueron un muro imposible de derribar para los candidatos, los cargos públicos y los militantes que ayer se dejaron ver por la sede de la calle Pintor Gisbert en Alicante. «Esto ha sido un entierro...», reconocía en petit comité uno de los protagonistas de la noche, mientras sus compañeros dibujaban forzadas sonrisas, con sabor a derrota, a la espera de que el líder nacional y candidato del PSOE a La Moncloa, Pedro Sánchez, saliera a valorar los resultados de otra jornada histórica.

Desde primera hora, el PSOE vivió dividido el transcurso de la noche electoral. En el despacho del secretario local, Gabriel Echávarri se rodeaba de los suyos, sólo los más cercanos, incluida su mujer, concejales como Eva Montesinos y Carlos Giménez y algún asesor municipal. Así pasó el líder del tripartito la noche, hasta que el número uno al Congreso, Julián López Milla, convocó a los medios para dar explicaciones, para intentar justificar que los socialistas ya no sean la segunda fuerza política en la provincia, tras ser superados por la coalición Compromís-Podemos. Ahí, ambos se vieron las caras, se dieron un abrazo para las cámaras y cada uno volvió a lo suyo... y con los suyos. Y es que mientras Echávarri siguió el escrutinio a puerta cerrada, con salidas más que puntuales, el cabeza de lista prefirió fijar su mirada en los ordenadores y en el monitor de televisión de la «sala de ocio» de la sede, de acceso abierto, por donde también andaban los otros dos diputados socialistas elegidos en la jornada de ayer, Patricia Blanquer y Herick Campos, que una legislatura más seguirá (la cuarta de su currículo) en la Cámara Baja. Junto a ellos, el secretario provincial del PSPV, David Cerdán, que no dejó de entrar y salir, de subir y bajar. Cada uno sobrellevaba la tensión a su manera.

Los malos resultados para los socialistas que auguraban los sondeos a pie de urna -unas encuestas a las que intentaron restar fiabilidad, más por deseo que por convicción- se fueron confirmando, con algún ajuste menor, durante una noche en la que realmente un solo consuelo recorría las estancias de Pintor Gisbert. «¡PP y Ciudadanos no suman! ¡No suman mayoría absoluta!», repetían unos y otros, mientras llegaban los primeros resultados, incluidas las «israelitas» a las que tanta importancia dan los partidos en cada noche electoral. También se escuchó algún comentario con tono jocoso sobre el fin de la hegemonía de los históricos a nivel nacional o acerca de cuestiones más que accesorias para lo que estaba en juego. «Con que se ha acabado el bipartidismo, eh...», «¿Asaltamos La Moncloa o qué?» o «¿Qué canal ponemos ahora? ¿La 1, los resúmenes de la jornada de Liga o el Paramount Comedy?». Eso y poco más. La noche, todos eran conscientes, no estaba para demasiadas bromas. Pese a todo, los pocos socialistas que siguieron el escrutinio desde la sede del PSOE intentaron engañar al estómago con bocadillos y alguna bandeja de saladitos. Desde el despacho de Echávarri, también se repartieron galletas, dicen algunos que para endulzar los números.

Ya con los resultados consolidados, con el PSOE como tercera fuerza política en la provincia y con cifras peores en la capital que en la suma del total de municipios alicantinos, llegaron las explicaciones de los protagonistas. Dos socialistas dieron la cara: el cabeza de lista por la provincia y el alcalde de Alicante. En silencio, sin ningún gesto de alegría, escuchaban los suyos. Tres diputados de doce no eran motivo de celebración.

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