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El progresismo se redefine

Una campaña de no agresión

El PSPV afronta estas generales sin poder apelar al voto útil después de que Compromís aspire a ser segunda fuerza

Una campaña de no agresión

Hubo un tiempo en el que la izquierda de la Comunidad y especialmente la valencianista tenían el firme propósito de votar por convicción a partidos minoritarios alternativos al otrora hegemónico PSOE. Pero casi en la misma cola de la urna se producía una deserción a favor de la papeleta del puño y la rosa. A ese fenómeno se le llamó voto útil. A los fieles a formaciones como el Bloc -y antes a su antecesora Unitat del Poble Valencià (UPV)- se les acusaba de «tirar el voto a la basura», con el argumento de que esos sufragios no se traducían en escaño.

Los practicantes de ese voto útil sucumbían al efecto del caballo ganador. Un comportamiento bipolar que ha sido habitual en las nueve elecciones generales desde 1982 respecto al valencianismo de izquierdas y en menor medida en los afines a Esquerra Unida -y antes el Partit Comunista- en sus once comparecencias en legislativas desde 1977.

Los comicios del 20-D serán los primeros en los que el PSPV ya no podrá apelar al voto útil, al menos al cuantitativo, al «vóteme si quiere que su voto se traduzca en escaños». En las pasadas generales, esa actitud dual siguió vigente en Compromís, que logró 125.306 votos, frente a los 176.213 autonómicos. Con todo, los 85.797 votos en la circunscripción de Valencia (6,1%) bastaron para que Joan Baldoví se convirtiera en el primer diputado nacionalista en Madrid en la democracia. Ese escaño, la eclosión de Compromís en las autonómicas y el pacto con Podemos han catapultado a estas dos formaciones a poder superar incluso a los socialistas. La apelación al voto útil sigue vigente pero en términos cualitativos. El PSPV se presenta como el único partido con opciones de situar a un presidente alternativo a Mariano Rajoy desde la izquierda. «El único problema de Rajoy para mantener su poder es el PSOE», advirtió el presidente Ximo Puig en el mitin de inicio de campaña.

Paralelamente, Puig reclama el apoyo para el «único partido que podrá acabar con el maltrato a la Comunidad Valenciana en la financiación e inversiones». La tercera idea repetida por el PSPV es la proclama de que las generales han de rematar en la Moncloa el «camino del cambio comenzado en ayuntamientos y Generalitat» y para ello «hay que votar a Pedro Sánchez».

Serán los primeros comicios en los que el Consell de coalición de izquierdas participa en dos campañas distintas: la socialista y la de Compromís-Podemos. Pugnarán por el mismo nicho de mercado de ese 42,3% indeciso con mensajes parecidos.

Así, la coalición apadrinada por Mónica Oltra y Pablo IglesiasMónica Oltra y Pablo Iglesias, en la que Joan Baldoví repite como cartel electoral por Valencia, defiende que la demanda de una mejor financiación y defensa de los intereses valencianos ha de venir de la mano de un grupo de estricta obediencia valenciana en el Congreso. De la Mesa dependerá que se autorice su constitución. De entrada han de cumplirse los requisitos previos de lograr el 15% de los votos en las circunscripciones en las que concurran y un mínimo de cinco diputados. Los sondeos, el último el del CIS, auguran que el pacto Compromís-Podemos cumplirá esas dos condiciones indispensables.

Estas elecciones tendrán efectos secundarios en el Consell. En la escena valenciana se dirime un pulso entre el PSPV y su izquierda que reforzará o debilitará las posiciones de Ximo Puig y Mónica Oltra. Esta última difícilmente podrá evitar que el líder valenciano de Podemos, Antonio Montiel, reclame entrar en el Gobierno autonómico. Una Oltra que, con el pacto con Podemos, puso en marcha la operación de asalto al Palau consistente en aglutinar a la izquierda del PSPV bajo el paraguas de su liderazgo.

Ahí deberá lidiar con dos asuntos internos pendientes. El primero, el debate sobre qué quiere ser Compromís de mayor. La fórmula de la federación de partidos, seguir con el formato coalición o ir dando pasos decisivos hacia su conversión en partido, si los socios están dispuestos a diluirse, algo improbable.

Congresos en el Bloc y el PSPV

El segundo asunto con el que deberán bregar en la coalición se llama congreso del Bloc. Un partido en el que suscribieron una tregua electoral para no perjudicar a su candidato Joan Baldoví después de que dimitieran ocho miembros de la ejecutiva de Enric Morera en desacuerdo con el pacto con Podemos y cómo se alcanzó.

Una clara mayoría del Bloc quiere un Compromís valencianista, de ahí las críticas a ese acuerdo. Un Bloc algunos de cuyos dirigentes (caso de Enric Morera) tienen mejor interlocución con Puig que con Oltra. Y lo mismo le sucede a ésta respecto a unos cuantos diputados y dirigentes nacionalistas.

El PSPV también tiene congreso antes del verano de 2016. La fecha puede que protagonice un baile agarrado al cónclave que podría celebrarse en el PSOE si Pedro Sánchez naufraga.

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