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El juego de la ambigüedad

El sistema electoral municipal facilita que Ciudadanos y las franquicias de Podemos puedan evitar posicionarse en la designación de alcaldes para evitar desgaste de cara a las generales pero, sin embargo, en las Cortes Valencianas tendrán que «mojarse» para elegir al jefe del Consell

El hemiciclo de las Cortes Valencianas en la última sesión de esta legislatura. EFE

Cuando finalice la votación de hoy, con toda probabilidad, no se habrá terminado este proceso para elegir a los ediles de 141 municipios y a los representantes en las Cortes Valencianas que, a su vez, tendrán que escoger a los alcaldes y también al presidente de la Generalitat. La irrupción de fuerzas emergentes como Ciudadanos o Podemos -formación que concurre a las autonómicas pero que se ha «tapado» detrás de marcas «blancas» para las locales- que se suman, en el caso de la Comunidad, a EU y Compromís como opciones que ejercen de alternativa al bipartidismo, pondrá la negociación y el pacto en la primera línea de la escena política. No habrá mayorías absolutas y los contactos serán casi a diario para buscar acuerdos en todos los puntos.

La primera parada de esa agenda será, sin duda, la elección de alcaldes, fijada de acuerdo con la legislación para el sábado 13 de junio. En los municipios, tanto Compromís y EU, en tanto que el papel de Podemos es testimonial en esos comicios, ya han dejado claro que sus concejales, de forma alguna, favorecerán la continuidad del PP en ninguna institución. Pero Ciudadanos se ha puesto de perfil con un discurso ambiguo que evidencia las intenciones de su líder e imagen electoral, aunque no es candidato a nada en estos comicios, de convertir esta cita con las urnas en una primera vuelta para unas elecciones generales a las que Albert Rivera y también Pablo Iglesias, líder de Podemos, quieren llegar con la menor mácula posible. En todo caso, la posibilidad de que tengan la llave en numerosas instituciones sin mayorías absolutas, les obliga a situarse. El sistema electoral de las municipales les da un margen. En los consistorios, o un candidato -sea el de la fuerza con más respaldo o popular o cualquier otro sumando a otros ediles- obtiene la mayoría absoluta o, de forma automática, se nombra alcalde al número uno de la candidatura más vota. Eso facilita a Ciudadanos dejar que gobierne una u otra fuerza, al menos hasta las generales, sin «mojarse» y con una simple abstención. Equidistancia para que Albert Rivera llegue a las generales de noviembre en las mejores condiciones.

Pero, con posterioridad, se tendrá que afrontar, en función de los acuerdos parlamentarios, la investidura del presidente de la Generalitat. Las elecciones andaluzas han avanzado un escenario en el que, precisamente, la fragmentación del voto obliga a hilar muy fino en los acuerdos para facilitar la designación. En el caso andaluz, como los socialistas están cerca de la mayoría absoluta, también vale con una abstención de Ciudadanos o de Podemos -algo que hasta ahora no se ha producido- para que Susana Díaz continúe. Pero en las Cortes Valencianas todo apunta a que, por separado, todos se quedarán lejos de la mayoría absoluta. Y yodos se tendrán que «mojar», incluídas las dos fuerzas emergentes, para intentar sumar apoyos suficientes -bien en primera votación bien con mayoría simple en segunda- para elegir presidente. No les queda otra.

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