«Esto no va de ideas, va de nombres». Esta frase del experto en Sociología Matemática de la Universidad de Alicante, Antonio Alaminos, podría resumir perfectamente cómo la polarización de los mensajes de campaña electoral hacia el 26 de junio entre los principales partidos -especialmente PP y el frente de izquierdas de Pablo Iglesias- no se corresponde a una polarización ideológica en la sociedad. Y es que, según los expertos, la ideología, esas ideas que componen el imaginario colectivo del mundo feliz de cada uno, no será un factor decisivo en los próximos comicios. Alaminos explica que la política tiene «objetos de referencia», es decir, elementos que influyen en la visión de la ciudadanía, como pueden ser la imagen que proyecta un líder (cercano, eficaz, de casta, etcétera) o la imagen de un partido (antiguo, moderno, popular, urbano o ecologista). Y ahora se están primando estos elementos. Líderes y partidos están en el debate y en la opinión pública, no tanto la ideología. «De hecho, cuando se habla de ideologías, como comunista o socialdemócrata, le sorprende a mucha gente. Esto no va de ideas, va de nombres», afirma Alaminos.

Es por ello que la pugna entre los mensajes del PP y Unidos Podemos a nivel nacional y de los populares y A la Valenciana en la Comunidad no responde a una sociedad polarizada, sino a una estrategia para captar votos, entre ellos, el suculento porcentaje de indecisos del 30%. De acuerdo con esta interpretación se manifiesta también el profesor Jordi Pérez Llavador, experto en Comunicación Política del Ceu San Pablo de Elche. Según Pérez, la polarización de los mensajes responde, por un lado, a una simplificación para hacerlos más fáciles «porque son directos y permiten identificarse con el partido» y, por otro, a dos extremos que ya están logrados desde las pasadas elecciones entre PP y Podemos. De hecho estas dos formaciones son las que presenten una mayor fidelidad de votantes respecto al 20-D.

En la Comunidad Valenciana, Alaminos analiza el caso de la coalición A la Valenciana, constituida de cara a los comicios del 26J por Compromís (en el gobierno autonómico junto al PSOE y liderada por la vicepresidenta del Consell, Mónica Oltra), Podemos y EU. «Muchos votantes no nacionalistas o regionalismos votaron y votarán a A la Valenciana por razones no ideológicas. Cuando en unos tres años se revelen los elementos ideológicos que contienen partidos y líderes, muy posiblemente se producirá la segunda crisis electoral y una abstención elevada», pronostica Alaminos.

Sin embargo, para Jordi Pérez la polarización en los mensajes no ha ido acompañada de una radicalización estratégica. El PP, tras el pacto de Rivera con Sánchez en la anterior legislatura «ha pretendido presentar a Ciudadanos como partido de izquierdas, capaz de votar a los socialistas», lo que le sirve para tener el campo abierto de todo el centro-derecha y derecha. «Pero cuidado, no puede descuidar el centro y es por eso por lo que polariza, pero no radicaliza», añade. Y a Podemos, apostilla, «el mismo pacto con IU se lo ha llevado simbólicamente a la izquierda, de ahí que Iglesias presente una cara más amable, socialdemócrata, para no desatender posibles antiguos votantes del PSOE o izquierdas, pero no de corte radical», interpreta.

Por ello, Unidos Podemos ha disipado los primeros mensajes procomunistas con los que se lanzó Alberto Garzón a la escena política tras el tándem con Podemos. La mayor parte de las capas centrales de la sociedad española asocian hoy el comunismo con falta de libertad, restricciones, cierta autarquía y con recursos limitados, según explica. «No digo que sea o no sea así, sino que este esquema interpretativo puede predominar en las clases medias y en buena parte de las clases trabajadoras que incluso se autodefinen de izquierda», explica. No es casual, añade, la omnipresencia de Venezuela durante la campaña por parte de la derecha. De ahí que Pablo Iglesias huya de este discurso y abrace términos como la socialdemocracia, lo que ha levantado ampollas en el PSOE. «Lógico, porque ya hay dos partidos que echan los tejos a los mismos potenciales amantes», indica Jordi Pérez, que añade que ahora es cuando tocará moderar «porque las elecciones no se ganan enfrentando derecha e izquierda, sino moviéndose desde el centro».

En la Comunidad ya son asiduos los dardos de la presidenta autonómica del PP, Isabel Bonig, al bipartito de Ximo Puig y Mónica Oltra, y sus socios de Podemos. Nomenclaturas como «ruptura», «extremistas», «populismo» o «izquierda radical», así como la apelación al caos, son ya una constante en los mensajes del PPCV. Pérez insiste en esa estrategia polarizada y endurecida de los mensajes, pero no radicalizada. «Pese al más que probable sorpasso, las cuatro principales formaciones -y coaligados- presentan una fuerza considerable. En la Comunidad Valenciana, el CIS pronostica un reparto agregado de 12, 9, 7 y 5. Que algunos mensajes se hayan polarizado buscando votos es una cosa, que el electorado se haya polarizado, otra», concluye este experto. Por otro lado, destaca que a Ciudadanos con la figura de Albert Rivera le interesa reivindicar el centro «para presentar al PP como de derecha intransigente, a lo que añade la corrupción y la regeneración, donde la formación naranja se ha hecho fuerte».

A la Valenciana: muñeca rusa

En cuanto a la confianza alcanzada por la coalición A la Valenciana pese a que en Política uno y uno nunca suman dos, Antonio Alaminos sostiene que «su estrategia electoral de muñeca rusa no suma, sino que incluye». Sobre su interpretación de por qué las encuestas han pasado factura, precisamente, a los partidos que más hicieron por lograr un gobierno (PSOE y C's), señala que la ciudadanía ha interpretado el pacto fallido como una frustración y que no han ganado, mientras que sus líderes pensaron que se les reconocería el mérito de que lo importante no es ganar, sino participar. Además, añade que las políticas de pactos han acorralado al PSOE por todos los lados y que en ese partido «ya queda más nombre que músculo». Respecto a la corrupción, dice que no pasará más factura al PP en la Comunidad de lo que ya le pasó el 20D. A nivel nacional que no influirá. «Lo que perjudica al PP no es la corrupción, es Rajoy», sostiene Alaminos.