El Partido Popular ganó ayer las elecciones generales con 123 escaños, pero se hundió al perder 63 diputados y obtener el peor resultado de los conservadores desde 1977. Una cifra que no le da una mayoría suficiente para gobernar ni siquiera sumando los 40 escaños de Ciudadanos, que ha quedado en cuarta posición. El PSOE, por su parte, también retrocede hasta los 90 escaños 20 menos que en 2011 y vuelve a batir el récord histórico negativo de los socialistas que tenía Alfredo Pérez Rubalcaba desde hace cuatro años. Con todo, la suma de las fuerzas de izquierda, Podemos y sus socios en Cataluña, Comunitat Valenciana y Galicia , que consiguen 69 diputados, más los dos de IU logran 161 escaños: uno menos que la suma de PP y C's en el Congreso de los Diputados. Lo que supone una diabólica tormenta perfecta con el 99,5% escrutado. Con este difícil escenario, Mariano Rajoy tiene el deber de intentar formar un ejecutivo que se antoja muy difícil. La única salida sería una «gran coalición» con el PSOE, pero Pedro Sánchez no puede aceptar un «abrazo del oso» que pondría en peligro to el poder autonómico logrado tras las elecciones de mayo pasado. La otra salida se antoja igual de complicada. Sánchez puede tratar de formar un gobierno con muchas hipotecas y no menos incertidumbres con Podemos e IU y el apoyo externo de los nacionalistas catalanes.

Estos partidos, sin embargo, pese a perder peso en su conjunto, con las excepciones de ERC y el PNV, serán decisivas en cualquier caso. Los soberanistas catalanes multiplican por tres sus escaños hasta llegar a 9 y los de Urkullu se consolidan como primera fuerza vasca en diputados con 6 asiento. Con todo, el partido de Artur Mas, reconvertido en Democràcia y Llibertat tras la fuga de Unió, logra 8 escaños, la mitad que CiU en 2011 pero daría la mayoría absoluta a un Ejecutivo de izquierdas a cambio del referéndum independentista en Cataluña. Los 17 escaños de ERC y DL socios en el Parlament catalán sumarían 178 diputados en el Congreso. Una ecuación que augura largas y difíciles negociaciones en las próximas semanas, con el problema añadido de la investidura de Artur Mas de por medio. Artur Mas, señaló anoche que el derecho a decidir de los catalanes salía «reforzado» de las generales, y recordaba que Pablo Iglesias prometió un referéndum en Cataluña si se convertía en clave para la gobernabilidad de España.

Con todo, los datos de las elecciones de ayer ponen de manifiesto la ruptura del bipartidismo. Los votos sumados del PP y el PSOE apenas ha superado la mitad de los sufragios contabilizados: Un 50,72 %, lo que supone un retroceso del 22,66 % respecto a 2011. Esto se traduce en que las dos grandes fuerzas de ámbito nacional han logrado 213 escaños en conjunto, el peor resultado de su historia. Quedan así lejos los 323 diputados que logró el bipartidismo en 2004, el año que encumbró a José Luis Rodríguez Zapatero.

Por su parte, los dos partidos emergentes, Podemos y Ciudadanos se estrenarán en el Palacio de la Carrera de San Jerónimo, con un total de 109 diputados, 69 para la formación de Pablo Iglesias y sus coaliciones periféricas (20,65%), y 40 para los de Albert Rivera (13,93 %). Especialmente destacable es el resultado de las coaliciones que apoyaron a Podemos y que sumaron 27 escaños, el 39 % de los apoyos de la formación morada.