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Pedro, Pablo y la aparición mariana

El líder del PSOE ataca a Iglesias y confía en que el cara a cara con Rajoy movilice a los indecisos a su favor

El público levanta el lema «Generació oportunitats» con letras de corcho. germán caballero

La política, como el fútbol, es también, o sobre todo, un estado de ánimo. Las endorfinas socialistas llegaron a Valencia aplatanadas, en una depresión inducida por la demoscopia (que sitúan al PSOE entre el sótano y el entresuelo) y un espíritu navideño que esta vez ha llegado más mimoso y anticipado que nunca para edulcorar la campaña con un éxtasis consumista. Como si el alcalde de Rovaniemi, el pueblo de Papa Noel, fuera del PP.

En las generales de 2000, con Joaquín Almunia, y en las de 2011, con Alfredo Pérez Rubalcaba, la campaña socialista también pasó por Valencia con una depre como la del burro del Belén. Entonces se decía que los candidatos eran viejos, lo cual tenía más fácil solución. El problema es que ahora el viejo es el partido (tiene 136 años) y vieja, dicen, su política. De eso lo acusa Podemos, cuyo líder, Pablo Iglesias, como San Pablo, ya hizo su camino de Damasco hacia la socialdemocracia -como si levantara un intento de refundación del PSOE- y ha echado las redes en el mismo caladero de votos de San Pedro Sánchez pescador.

Hasta el debate a cuatro de Atresmedia, existía la convicción interna en el PSOE de que en esta campaña el único objetivo al que disparar era el PP. Que la izquierda, dicen en la cocina socialista, no tolera el cainismo. Tras el «debate decisivo», Pedro Sánchez se lanzó de lleno a invocar el voto útil y para ello arremete contra el candidato de Podemos. Ayer hasta lo acusó directamente de intentar cargarse a Izquierda Unida. Cada embestida al de Podemos era un aporte vitamínico a la tropa de la Fonteta. Que salió con las pilas cargadas. Ximo Puig recordó que en ese pabellón este año no ha perdido el Valencia Basket. «Aquí, Pedro empieza tu victoria» enardeció a la parroquia el Molt Honorable en funciones de ilustre telonero. Al contrario que Sánchez, siguió con el argumentario trazado hace semanas, y no aludió explícitamente al partido que va coaligado con Compromís. Aunque sí mandó un recado. «Esta [por el PSOE] es la izquierda que de verdad cambia las cosas. No se trata de ser objeto de debate en un plató, sino de cambiar la vida de la gente», proclamó Puig para arrancar aplausos entusiastas.

Son las dos maneras de apelar al voto útil, el clásico recurso que de nuevo ha sido sacado del armario como solución de urgencia. Pero Puig no sólo evita el golpe directo a Iglesias porque cree que no es rentable, sino por cumplimiento del otro pacto del Botánico: el de no agresión en campaña entre el presidente y la vicepresidenta Mónica Oltra. Pacto tácito que incluye a ese Estado libre asociado al Consell llamado Antonio Montiel.

Todos en el PSOE y en el PSPV -Ferraz, Blanquerías y el Palau de la Generalitat- han depositado muchas esperanzas en el cara a cara que ha de enfrentar esta noche a Pedro Sánchez con Mariano Rajoy. «De ese debate, Pedro ha de salir claramente ganador o al menos se ha de presentar de una manera nítida como la alternativa», apuntaban. Será cara a cara con aire un tanto vintage, que los socialistas consideran punto determinante y revulsivo para movilizar a los indecisos con el motor del «voto útil». No sería el primer caso en el que una aparición mariana obra milagros. La Virgen de Fátima se apareció por primera vez en mayo. Y la de Guadalupe, en diciembre.

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