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Rivales y condenados a entenderse

Ciudadanos y populares compiten por el voto del centro en las generales, pero Rivera es el único aliado con el que podrá contar el PP

Rivales y condenados a entenderse

Junto el desencanto y el hartazgo, el principal rival del PP, dentro y fuera de la Comunidad Valenciana, es Ciudadanos, un partido insignificante hace apenas un año, pero que en estas elecciones es un indudable foco de atracción para los fugados del partido de la gaviota. El debate existencial sobre cómo enfrentarse a este inesperado enemigo cuando el PP pensaba que carecía de competencia en el amplio espectro ideológico que va desde el centro a la derecha ya lo tuvo la organización valenciana ante las autonómicas del 24-M.

El dilema radicaba en cómo enfrentarse a un partido con el que probablemente estarían condenados a entenderse. El expresidente del PP y de la Generalitat, Alberto Fabra, apostaba por la moderación y otros dirigentes, como la exalcaldesa Rita Barberá, por la pelea a cara de perro. Al final Ciudadanos robó votos al PP, pero ambos no se vieron en la necesidad de sentarse a hablar, ya que la mayoría suficiente se fue a la bancada de la izquierda.

De cara a las generales, el dilema del «hoy rivales, mañana aliados» cobra vigencia. El candidato Rajoy no hará una campaña de guante blanco con Albert Rivera, aunque sea el único, según testifican las encuestas, que pueda mantenerlo en La Moncloa. El líder de Ciudadanos es objetivo principal porque a su partido irán muchos de los votantes que hace cuatro años votaron al PP. Si el día 21 hay que sentarse hablar, ya se verá entonces cómo explorar las sintonías que en campaña ambas formaciones evitan.

El panorama en la Comunidad Valenciana está muy vinculado a esta relación con tintes de bipolaridad. El PP, hegemónico, pero despojado del poder institucional, sabe también que su rival es Ciudadanos. Las encuestas auguran que seguirá siendo la fuerza más votada, pero que perderá la mitad de sus escaños y que buena parte del trasvase de votos tendrá a Ciudadanos como beneficiario. Nada diferente a lo que pasó en las autonómicas. PP y Ciudadanos llevan cinco meses sentados en el mismo lado del hemiciclo, pero es una oposición mal avenida, sin unidad de acción, podría decirse que enfrentada. Como se ha visto, PP y C's han peleado por liderar la oposición y compiten por abanderar el discurso de la unidad de España. En campaña, el PP ha exprimido su valencianismo frente al españolismo de Rivera. El grupo parlamentario de Ciudadanos, con Carolina Punset como portavoz en las Cortes, ha evidenciado además en numerosas ocasiones que su voto está más cerca de los planteamientos de izquierda que de los que defiende el PP.

Sin embargo, es muy probable que esta situación cambie tras la cita del domingo 20 de diciembre. La presión para que PP y Ciudadanos comiencen a empatizar podría venir por dos vías, la externa y la interna.

Un posible acuerdo Rajoy-Rivera, con o sin reparto de carteras, obligará a las organizaciones regionales a acercarse y hacer suyo un discurso que no chirríe en demasía con el nacional. La vía interna tiene que ver con los propios procesos que a partir del 20-D van a vivir populares y Ciudadanos. La probable marcha de Carolina Punset al parlamento europeo implicará un cambio sustancial en la estrategia valenciana de Ciudadanos. Sin el verso suelto de Punset, C's parece abocado a entenderse con el PP. Sus cuadros militaron en ese partido y tienen una visión más pragmática de la política. El PP, por su parte, se enfrenta a su propio congreso regional. Si Rajoy sigue en la Moncloa, Bonig tiene el camino allanado a la presidencia. Con todo, volver a gobernar ya no depende sólo de ellos. La evolución electoral de Ciudadanos es una incógnita, pero en la escena valenciana es el único que podría apoyar el regreso de los populares.

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