La hipótesis del robo de joyas a difuntos es la que parece cobrar más fuerza para explicar los motivos que han llevado a varios desconocidos a profanar una tumba en el cementerio municipal de Petrer. De las investigaciones se han hecho cargo los agentes de la brigada de Policía Judicial de la Comisaría de Elda-Petrer, que también han contado con el apoyo de la Policía Científica, cuyos efectivos estuvieron al mediodía de ayer tomando huellas y realizando una exhaustiva inspección ocular en busca de pruebas para tratar de determinar la autoría.

Fueron los operarios del camposanto los primeros en alertar de lo sucedido tras encontrarse, a primera hora de la mañana del lunes, con un cadáver tirado en el suelo en uno de los pasillos de la zona nueva. Los autores -se sospecha que fueron al menos dos- rompieron una lápida de la cuarta fila y extrajeron el ataúd donde se encontraban los restos mortales de un eldense de raza gitana fallecido cinco años atrás de un infarto cuando tenía 40 años. Estaba casado, tenía cuatro hijas y era un hombre muy conocido en el barrio de La Tafalera donde residía.

Al parecer la familia decidió enterrarlo con las numerosas joyas de oro que lucía en vida. Un preciado botín que, probablemente, era lo que iban buscando los profanadores que forzaron la puerta lateral del camposanto para cometer el sacrilegio en la noche del domingo o la madrugada del lunes. El hecho de que no se produjera en el recinto ninguna otra sustracción ni se detectaran destrozos, actos vandálicos ni restos de rituales de magia negra o de sectas diabólicas parece confirmar el robo como móvil. Un aspecto que podría guardar relación con el asalto que unos ladrones han cometido este fin de semana en una casa de la familia del fallecido. No obstante, el forense tendrá que analizar ahora el cadáver por si hubiera sido objeto de alguna acción ultrajante con ánimo intimidatorio o de venganza.