Los actos de arcabucería de las fiestas de Moros y Cristianos de Elda, que comienzan el próximo 7 de junio, continuarán desarrollándose bajo la antigua ley de explosivos ya que la nueva normativa, que hasta el año 2019 no será obligatoria, establece unas medidas de seguridad casi insalvables. La directiva de la Junta Central adelantó a los presidentes de comparsas que, ante la negativa del gobierno Central de asumir las alegaciones presentadas para rebajar las restricciones en el uso de la pólvora, en 2018 Elda se volverá a adherir a la anterior normativa. Más tarde, en la reunión de la Comisión de Alardos y de Embajadas se ratificó la decisión.

Así, los tiradores de la localidad sólo tendrán un kilo de pólvora para participar en los actos en los que se dispara, que son el traslado del Santo y las dos embajadas, y precisarán tener licencias de armas para retirar el material explosivo que vayan a utilizar.

El presidente de la Junta Central de Comparsas, Pedro García, afirma que «se ha notado una merma de tiradores». En alguno de los actos, la reducción alcanza el 50 por ciento de los participantes. «Con un kilo de pólvora para todas las fiestas muchos de ellos deben elegir en qué acto concreto van a participar».

Asimismo el presidente ha indicado que «ahora es el momento de que los ayuntamientos tomen cartas en el asunto porque nosotros, como entidades festeras, ya no podemos hacer más» y además, ha subrayado que «uno de los alcaldes que más debe trabajar para que se flexibilice la normativa de armas de avancarga es el alcalde de Elda, Rubén Alfaro, como presidente de la Federación Valenciana de Municipios y Provincias».

El nuevo reglamento para arcabucería permite usar más pólvora pero endurece las normas de seguridad. Así, aunque estima que inicialmente se podrá entregar un kilo si el acto lo requiere y la Subdelegación del Gobierno lo posibilita, se podrá ampliar la dotación. Sin embargo, se endurecen de las medidas de control y seguridad, con cuestiones como la obligatoriedad de rellenar las cantimploras en el mismo lugar de reparto y precintarlas a continuación, y que dependiendo de la cantidad de explosivo se tenga que proceder a un segundo reparto en plenas fiestas. Una situación que complica la continuidad de estos actos.