Han pasado dos meses del crimen de Rabosa y el misterio sigue rodeando la violenta muerte del eldense Fernando Millán Chocero. Tenía 57 años, estaba casado en segundas nupcias y era padre de un hijo de 29 años fruto de su primer matrimonio. No tenía enemigos, adicciones ni problemas conocidos. Era un hombre de costumbres sencillas y vida tranquila, entregado a su trabajo de hostelero, aficionado a la caza y amante de la montaña. Nada más.

¿Quién lo mató? y ¿por qué lo hizo? son las preguntas que atormentan desde hace 60 días a una familia angustiada al no encontrar respuestas que le permitan afrontar el duelo tras el cruel suceso.

El caso continúa bajo secreto de sumario y la investigación sigue su curso con todas las vías abiertas pero ninguna pista de peso. El gerente del restaurante del paraje montañoso de Rabosa fue asesinado poco antes de las seis de la madrugada del sábado 23 de septiembre. Justo en el momento en el que se disponía a retirar los pivotes del camino por el que se accede al recóndito enclave propiedad del Centro Excursionista Eldense. Allí lo encontraron muerto una hora más tarde las dos cocineras que acudían al restaurante en el coche de una de ellas. Como no había cobertura de telefonía móvil decidieron dar la vuelta para pedir ayuda. Pero apenas habían recorrido 200 metros cuando se cruzaron con el conserje del alejado enclave, y fue éste quien accedió a las instalaciones del Centro Excursionista para pedir ayuda por el teléfono fijo.

En un primer momento se informó de que a la víctima, tras fallecer por los golpes recibidos en la cabeza con una piedra, no le habían sustraído el dinero que llevaba en el momento del ataque. Sin embargo su único hermano, José Emilio Millán, ha confirmado que los autores no le robaron la cartera donde llevaba la documentación y una pequeña suma de dinero para cambio, «pero sí le quitaron los cerca de 2.000 euros que siempre guardaba en el bolsillo delantero para realizar pagos en efectivo a los proveedores del bar».

A pesar de ello la familia no cree que el verdadero móvil del asesinato fuera económico. Además, por el modo de vida que llevaba la víctima, tampoco encuentran motivos para pensar que decidieran matarlo por venganza o represalia. «La verdad es que mis padres, mi sobrino y yo nos estamos volviendo locos de preguntarnos todos los días quién lo hizo y por qué lo hizo», admite el hermano de Fernando con la mirada perdida. Él lleva dos meses sin apenas poder dormir «y lo más duro -confiesa haciendo esfuerzos por contener la emoción- es que mis padres, que tienen 88 años, me dicen que no se quieren morir sin ver a los asesinos en la cárcel». Por eso pide a la Policía y a la Justicia «que hagan el máximo esfuerzo» para detenerlos y que el crimen no quede impune.

José Emilio Millán sube todas las semanas a Rabosa para poner flores en el lugar exacto donde le segaron la vida a su hermano y quebraron la ilusión de una familia muy querida y conocida en Elda. «Cuando cae la noche mi cabeza no para de analizarlo todo. Es una auténtica tortura. Pienso una cosa y luego la contraria, pero lo que tengo claro es que esto lo hicieron al menos dos personas». Y los asesinos andan sueltos.