Elda celebró ayer una jornada festiva con varios denominadores comunes: solidaridad, pasión por la pólvora, un fuerte sentimiento hacia los Moros y Cristianos y en general hacia la ciudad. Unas fiestas en las que las guerras finalizan en abrazos y en las que la alegría es mucho mayor cuando es compartida.

Más de 300 tiradores de todas las comparsas se congregaron ayer en los alrededores del Ayuntamiento para celebrar una jornada de convivencia con carácter solidario. La comisión de Alardos de Junta Central y la Mayordomía de San Antón organizaron esta actividad por tercer año consecutivo para rendir su particular tributo a los tiradores de la fiesta y destacar su importante papel en las celebraciones que se celebrarán del 7 al 11 de junio y en las que la pólvora se volverá a convertir en uno de los elementos centrales.

En la jornada se realizó un almuerzo y un concurso de gachamiga a primera hora de la mañana en el solar anexo a la comparsa de Zíngaros. A las 11.30 horas tuvo lugar el desfile ofrenda, con la participación de la colla de la Mayordomía, desde la calle Andrés Amado hasta la ermita de San Antón para hacer una visita al santo. La actividad tuvo fines solidarios puesto que se recogieron productos de higiene y material escolar para los niños de Emaús, centro de Elda que realiza actividades en defensa de los menores desprotegidos.

Los actuales embajadores de los Moros y Cristianos, Isidro Juan y David Juan, estuvieron presentes y fueron los encargados de representar a todos los tiradores, en uno de los últimos actos que realizan juntos, puesto que en la Media Fiesta Alberto Rodríguez será nombrado oficialmente nuevo embajador cristiano.

«Venimos a decirte que en medio de un mundo repleto de contrariedades, también las personas son capaces de cambiar las cosas, decirte que hemos convertido siglos de lucha en momentos de fiesta, derribando muros y abriendo las puertas para dar la bienvenida a todo aquel que quiera entrar». Así mostraron los embajadores su pasión por el patrón leyendo un emotivo texto: «tú, San Antonio Abad, nos has enseñado que el mundo puede ser un lugar mejor para todos si nos acordamos también de los que sufren y de los que siguen necesitando pan para vivir, pero también compañía, acogida, comprensión y justicia» para terminar indicando que «juntos soñamos con vivir la vida como vivimos la fiesta: siendo felices».