La cuarta planta del hospital, donde se ubica el servicio de Medicina Interna, parece otra. Se han instalado nuevas ventanas y persianas con lo que se ha conseguido más luminosidad. También se han reorganizado los espacios, se ha cambiado el mobiliario, se han ensanchado las puertas y modernizado la climatización. El coste de las obras es de más de 500.000 euros. El personal sanitario valora más que la fuerte inversión la mejora en las formas de trabajo que repercute en la calidad asistencial.

En el vericueto de los pasillos de las dos áreas en las que se divide Medicina Interna se encuentran dos salas, con sillones cómodos, una mesa con seis sillas y un microondas, además de un aseo donde los familiares de los pacientes pueden ducharse con sólo pedir a las enfermeras una toalla.

El hospital ha recuperado las salas de descanso de pacientes y familiares. Pocos recuerdan que se instalaron cuando se inauguró, con el fin de abordar la asistencia de una manera más directa y menos protocolaria y que se eliminaron por los fuertes picos de presión asistencial que sufre el clínico. Las dos de Medicina Interna se ocuparon con tres camas en cada una de ellas, que ahora han desaparecido. «Conseguir esta sala era una de nuestras propuestas» comenta la supervisora de Enfermería de la Unidad de Medicina Interna, Enma Asensi. Su objetivo es lograr que se alivie la sensación de enfermedad. Asensi indica que «cambia el concepto de enfermería y la relación que tenemos con los pacientes y los familiares» a lo que añade que «crea un entorno más social, más distendido». Pero su creación supone un reto. Será necesario agilizar las altas y bajas y ser rápidos a la hora de desocupar y ocupar una habitación para contrarrestar la pérdida de seis camas.

La sala es un espacio de descanso para pacientes y familiares. Es parecida a una sala de estar como la de casa, que está destinada a la lectura y a la conversación. Es un lugar cálido, que sirve para comer fuera de la habitación o para jugar al parchís o simplemente, para ver el partido de fútbol en compañía de otros pacientes. Es una manera de humanizar la estancia en el hospital.

Adela Serra y Victoria Pérez -madre e hija- tienen a su padre y abuelo en el hospital y han descubierto los beneficios de esta sala. Pérez cuenta que «mi abuelo prefiere comer aquí, que lo puede hacer en compañía, a comer en la cama de la habitación». Y además han desempolvado los juegos de mesa y los han traído desde su casa para que el tiempo de ingreso pase de forma más rápida.

La directora de Enfermería del Departamento de Salud, Carmen Perpinyá, argumenta que «el perfil de los pacientes de este servicio es de edad avanzada, frágiles y con permanencias prolongadas en el hospital». Y la sala proporciona un refugio para quienes pasan largas horas en las habitaciones. Además uno de sus objetivos es que la estancia sirva también para ofrecer talleres y enseñar a los familiares cómo cuidar a un paciente que no puede valerse por sí mismo y hacerlo en la habitación del hospital.