El proceso de digitalización de las salas, los efectos de la subida del IVA cultural al 21% y la impunidad de la piratería han abocado al cierre de los cines que surcaban las calles de los municipios del Alto y Medio Vinalopó. Ahora, las carteleras se centran en las grandes salas de los centros comerciales de Petrer. Y a pesar del incremento en la venta de entradas, a precios más bajos, ni siquiera en el Día del Espectador se ven grandes colas.

Los grandes sufridores del descenso en las cifras de la taquilla son los cines integrados en las tramas urbanas. Los más jóvenes han dado la espalda a las pequeñas salas y se han decantado por las vinculadas a un centro comercial donde, además de grandes pantallas, se cuenta con la parafernalia de las palomitas, los refrescos y ergonómicas butacas. Esta nueva moda ha provocado una desertificación cultural en el centro de las ciudades.

Poco a poco los cines han desaparecido de las calles más céntricas de las poblaciones. Los primeros en echar la cancela lo hicieron en los 90 del siglo XX y otros sobrevivieron hasta la primera década del siglo XXI. Muchos de ellos han dejado huella en el trazado de las ciudades. Eran lugares míticos como el Ideal de Elda, el Imperial de Villena o el Barceló de Novelda. Los edificios y lugares donde antes se ubicaban ahora son restaurantes, pisos o salones de boda.

Así cada vez es más difícil, en el Alto y Medio Vinalopó prácticamente imposible, encontrar pequeños cines en el centro de la ciudad. Así, la única fórmula para disfrutar de una gran pantalla para los habitantes de estas comarcas pasa por coger el coche y trasladarse a los dos centros comerciales, que se ubican en el término municipal de Petrer, en los aledaños de la autovía A-31.

Frente a esta sangría cultural, los ayuntamientos intentan hacer hueco en su programación al cine. Una de las iniciativas fue la de Novelda que acordó con el colegio Padre Dehon utilizar su salón de actos para proyectar películas de autor dentro de ciclos temáticos. Producciones que no tienen cabida en los circuitos comerciales. El concejal de Cultura, Rafael Sáez, anuncia «estamos estudiando rescatar el acuerdo con una empresa privada para que se pueda proyectar estrenos cada quince días».

En Aspe, el Teatro Wagner acoge, cada vez con menos frecuencia, alguna proyección para niños. Este espacio albergó las últimas sesiones de cine de la población antes de su restauración.

Situación en Elda

De forma muy puntual, el cine aparece en la programación cultural municipal de Elda. Los primeros pinitos los hizo en las sesiones de verano de «Elda 40 Grados» y ahora, aunque de forma muy esporádica aparece alguna proyección dentro de los muros del Tteatro Castelar.

Los «Plaza» de Elda fueron los últimos damnificados de la sangría audiovisual. Construidos en la Plaza Mayor de Elda en 1994, se fundieron a negro en 2001. Desde entonces la capital del Medio Vinalopó sueña con volver a contar con salas de cine. Su falta es para los eldenses una espinita en el corazón.

No es de extrañar que añoren el cine. En sus calles llegaron a competir numerosos negocios unidos al séptimo arte, entre salas y terrazas de verano. Nombres como Rex, Rio, Gloria, Cervantes, Castelar, Ideal, Lis, Roxi forman parte de la historia más reciente de la ciudad.