La asociación de vecinos de La Purísima demanda una normativa municipal que regule la saturación de cuartelillos en sus calles. El presidente de la agrupación vecinal, José Miguel Tornero, exige la aprobación de una ordenanza que reglamente la utilización de estos locales, que frene su proliferación y haga más fácil la convivencia entre festeros y vecinos.

La compra de inmuebles por parte de socios de las comparsas de Moros y Cristianos ha ocasionado, según Tornero, que «no existan locales para que se abran nuevos comercios y negocios». El presidente vecinal considera que su multiplicación detiene la revitalización del barrio. Pero no es el único y más grave problema de La Purísima. El deterioro de sus calles es cada vez más palpable para quienes pasean por allí.

Solares abandonados, casas en peligro de ruina, baches en aceras y asfalto y la aparición de ratas por falta de limpieza es el retrato de un barrio en crisis. El de la Purísima de Elda es la crónica de la degradación del centro histórico de la localidad, que adolece de mantenimiento y de un plan urbanístico que le aporte las herramientas necesarias para la rehabilitación urbana, regeneración vecinal y comercial. La media de edad de sus habitantes supera los 60 años.

Sus vecinos luchan por su futuro. Han registrado decenas de escritos en el Ayuntamiento de Elda donde dan cuenta de las deficiencias de sus calles y cuidan de sus jardines y los espacios públicos, pero no es suficiente para salvar un barrio que en la última década camina hacía una degradación urbana que no se detiene.

El presidente de la asociación de vecinos expone que «el centro histórico de Elda es una vergüenza». Y para afianzar esta afirmación muestra entre los vericuetos de las callejuelas más antiguas de la ciudad: casas cerradas y tabicadas para evitar la entrada de okupas, grandes grietas que dividen en dos algunos edificios y solares que parecen «auténticos jardines botánicos» a la vista de como han crecido los árboles y que están invadidos por las malas hierbas».

«Excusas»

Tornero recuerda el plan de «La Cañamona» que se redactó hace tres décadas, cuando Roberto García Blanes era la primera autoridad de Elda. Desde entonces, todos los alcaldes lo han revisado, se han comprometido a dar una solución al barrio y han argumentado «excusas» por la falta de un Plan General de Ordenación Urbana (PGOU). Un ejemplo es lo realizado en el barrio en esta legislatura. «Únicamente se ha reformado unos veinte metros de acera y porque pedimos que la obra fuera de acera a acera, si no hubiese sido la mitad» indica Tornero. Ante este panorama el pesimismo se ha instalado en los vecinos que no ven iniciativa alguna por parte del ayuntamiento para su barrio.