La Virgen de la Salud, patrona de Elda, volvió a reencontrarse anoche con su pueblo y sus gentes como viene haciendo desde que su imagen llegó a la ciudad cuatro siglos atrás. Ahora se cumplen 413 años desde que el conde de Elda y virrey de Cerdeña, Antonio Coloma, accedió a los deseos de dos peregrinos y transportó por mar, hasta la noble villa del Vinalopó, dos baúles sellados con dos imágenes sagradas en su interior.

Elda, que apenas llegaba entonces a los 2.300 habitantes, se unió para engalanar sus calles y casas de cara al feliz recibimiento y posterior aclamación como patronos. De hecho, 44 años más tarde se pregonó la imagen de María con el título de Virgen de la Salud y 110 años después la imagen del Crucificado como Cristo del Buen Suceso. Son los Santos Patronos a quienes se honra con actos lúdicos y religiosos el 8 y 9 de septiembre de cada año, en una tradición que sigue uniendo a los eldenses, y los identifica con el camino que ya siguieron sus antepasados.

El regreso

Es una costumbre que todavía hoy hace volver a casa a los eldenses que viven fuera. Perdura, por tanto, el innato ritual que los hace regresar a la ciudad en los días de Fiestas Mayores para visitar a familiares y amigos, recorrer los rincones de la infancia y juventud, comer el típico relleno en el día de la Virgen y el «mezclaico» de aperitivo. Son fechas de reencuentro, vocación, recuerdos y diversión como la que se desató al mediodía de ayer durante el multitudinario acto de correr la traca.

Apenas fueron ocho minutos de júbilo total. A las 13.15 horas prendió la mecha en la plaza del Ayuntamiento el pregonero de las Fiestas Mayores de este año, Francis Valero, y a las 13.23 horas finalizó la traca en la plaza Castelar tras una pequeña mascletá.

Con el cielo despejado, 30 grados de temperatura y un ambiente alegre y festivo, miles de eldenses corrieron delante o debajo del fuego de los petardos, protegiéndose con gorros, pañuelos y paraguas, para cumplir con una vieja tradición que se ha recuperado con éxito hace tan solo unos años.

La bendición

Comenzaba a oscurecer pasadas las ocho de la tarde de ayer y todo estaba dispuesto para que la imagen de «La Salud» volviera a bendecir a su Elda querida. Pero antes las camareras habían trabajado con gran entusiasmo para hacer que la Virgen brillase tanto en la calle como en el templo. Y con los versos de Hilarión Eslava todavía presentes en los fieles que acudieron a la Santa Misa, salió la talla de la iglesia de Santa Ana a hombros de los cerca de 80 costaleras y costaleros. Se iniciaba entonces la sentida procesión con la escenografía de siempre. Una maqueta del barco San Eduardo en el que llegaron las imágenes a Elda, los peregrinos y los ángeles acompañados por decenas de niños.

Había impaciencia. Las calles llenas de gente, las velas iluminando el paso, las autoridades acompañando a la imagen y la banda Santa Cecilia amenizando un momento que Francis Valero vivió con especial intensidad. Un momento que el poeta más popular de Elda, El Seráfico, ya inmortalizó en una de las obras que dedicó a su pueblo: «Elda, feliz y dichosa,/ eternamente serás, /pues cada paso que das/ te haces más laboriosa. /Toda la prole reposa/ sin la menor inquietud, /la senda de la virtud. /No abandones, patria mía, /porque en ella te guía /la Virgen de la Salud».

Pero las Fiestas Mayores no han acabado. Continúan hoy y repiten el mismo programa para honrar al Cristo del Buen Suceso, el otro patrón eterno de la ciudad.