Los Amigos de la Astronomía de Elda han vuelto a demostrar, a los doce años de su fundación, que su pasión por las estrellas puede con todo. En plenas vacaciones de agosto y en el fin de semana previo al puente festivo de La Asunción los miembros de esta activa asociación han respondido, una vez más, al llamamiento que la directiva hace todos los años por estas fechas. Y lo han hecho para participar en una nueva observación de la lluvia de estrellas de las Perseidas, también llamadas Lágrimas de San Lorenzo.

A la actividad realizada en el paraje rural de Las Cañadas de Elda han acudido en esta última edición unas 70 personas. Entre ellas numerosas familias y grupos de amigos que, alejados de las luces, las distracciones y el bullicio de la ciudad, pudieron pasar una espléndida noche de convivencia con un objetivo común: disfrutar con la visión del inconmensurable firmamento y contabilizar el mayor número posible de estrellas fugaces y bólidos. Y todo ello mirando el cielo con la ayuda de telescopios, prismáticos, cámaras de fotos o gafas graduadas.

Vía Láctea y Saturno

En un animado ambiente y con una agradable temperatura fueron muchos los que también se llevaron sus cenas para reponer fuerzas antes de dedicarse a vigilar el cosmos, recostados en sus tumbonas de playa y campo, en busca de estelas de colores.

Además, en esta ocasión, dos Amigos de la Astronomía, Miguel Ángel y José Ángel, decidieron montar sus telescopios y así los asistentes pudieron deleitarse contemplando Saturno, la Vía Láctea y alguno de los más llamativos objetos celestes que se hacen más visibles en estas latitudes durante la estación veraniega.

Pero eso sí, una vez finalizada la cena se apagaron todas las luces para que los ojos se adaptasen a la oscuridad porque nadie quería que se le escapara ni una sola estrella fugaz. Y, de hecho, los participantes llegaron a contabilizar en cuatro horas de observación unas 50 Perseidas. Y por cada una 50 deseos solicitados.

Aunque este año la lluvia de estrellas no ha sido tan espectacular como en ediciones anteriores, de vez en cuando se escuchaba alguna exclamación cuando aparecían los halos luminosos que dejan en el cielo los diminutos restos de asteroides o cometas al atravesar la atmósfera en ignición.

Luna menguante

La cita comenzó a las diez de la noche del sábado pero dos horas más tarde apareció por el horizonte la luna menguante, que reclamó su atención con la intensa luz que reflejaba, lo que dificultó la búsqueda de nuevas estelas fugaces a una hora en la que el frío y la humedad obligaban ya a abrigarse. Pasaban unos minutos de las dos de la madrugada del domingo cuando los amantes de las estrellas decidieron retirarse a sus casas tras una de esas veladas de las que hacen afición.