Las fiestas de Moros y Cristianos de 2017 ya son historia en Aspe. Las últimas marchas cristianas dejaron de sonar de madrugada cuando los Lanceros de Uchel enfilaron el castillo de Embajadas para alcanzar la calle Doctor Marañón. A la gallarda comparsa le ha correspondido este año ostentar el reinado de la cruz. Y para hacer alarde de fuerza y reconquista lucieron los cargos festeros, mayores e infantiles, un boato guerrero, de espadas y escudos, danzas y luchas, presidido por una carroza en forma de castillo castellano.

Cuando la Gran Entrada Cristiana arrancó en la calle Castelar poco antes de las nueve de la noche hacía calor, y el numeroso público que llenaba las calles aguardaba expectante para disfrutar de un espectáculo en el que participaron 1.200 festeros de las ocho comparsas. Primero el bando de la media luna con las filás de los Moros Aljau, Moros Alcaná, Moros Sulayman y Moros Fauquíes recreándose en su elegante desfilar a ritmo lento y acompasado. Fueron los alegres pasodobles de los Contrabandistas de la Sierra Negra los que anunciaron al público que el bando de la cruz tomaba la calle San Pedro con las filás de Estudiantes, Duques de Maqueda y Lanceros de Uchel. Y desde allí a lucirse por las calles San José, Constitución y Pedro Galipienso para llegar al parque Doctor Calatayud, el principio y el fin de los cuatro días de celebración. Y allí fue, junto al castillo de Embajadas y en presencia de las autoridades, donde la Unión de Moros y Cristianos Virgen de las Nieves entregó los Premios Miguel Iborra a los mejores cabos y filás de cada bando, mayores e infantiles. Solo faltaba para clausurar el programa el emotivo acto de la entrega de banderas: la de la Unión y las de las huestes moras y cristianas que el alcalde Antonio Puerto recibió de manos del alcalde de Fiestas y de los reyes y sultanes de este año. Un año en el que también se ha hecho historia con el tradicional vino de honor celebrado, por vez primera, en la sede de la calle San Pedro que la Unión inauguró el pasado 30 de junio.