Un «verdadero infierno» es el que han pasado los hermanos de José Luis Alcaraz López para conseguir repatriarlo desde Guinea Ecuatorial en un avión medicalizado tras sufrir un accidente de tráfico que lo dejó al borde de la muerte. El siniestro se produjo el 15 de junio y hasta el pasado sábado este aspense de 39 años, padre de dos hijos de 9 y 11 años, no ingresó en el Hospital La Fe de València, donde permanece grave y sedado en la UCI con numerosas fracturas en el tórax y la cara a la espera de ser operado.

La familia del herido fue informada por los doctores del Hospital La Paz de Malabo de que su vida pendía de un hilo y carecían de medios para intervenirlo. Entonces recurrieron al cónsul español para solicitarle asesoramiento y ayuda con el fin de que tramitase una repatriación urgente en un avión-ambulancia. También pidieron la mediación de la fábrica madrileña de muebles asentada en Guinea en la que José Luis trabaja desde hace cuatro años, motivo por el cual está dado de alta en la Seguridad Social del país africano y cubierto con un seguro con el que los responsables de la empresa trataban de arreglar su traslado a España. «Pero visto que habían pasado cuatro días sin que nos llegara ninguna respuesta de la Embajada de España, -respuesta que ayer seguía sin llegar-, y encontrándonos absolutamente abandonados y desamparados por nuestro Gobierno y sus representantes en Guinea, nos dimos cuenta de que si queríamos salvar la vida de nuestro hermano debíamos afrontar el problema nosotros solos», relató ayer Marisa Alcaraz. Así que sin tener conocimiento alguno de repatriaciones, medidas sanitarias, leyes internacionales ni disponer del dinero necesario, la familia movió «cielo y tierra» para no perder a uno de los suyos. De un día para otro el hermano de José Luis tomó un vuelo de Madrid a Malabo para ocuparse personalmente de todo. Gracias a la ayuda de muchos amigos la familia consiguió reunir en apenas unos días los 80.000 euros con los que han costeado todo el viaje. «Además de nuestra enorme indignación por la falta de orientación y apoyo en todos los sentidos de la Embajada, nos preguntamos qué pasaría con cualquier otro compatriota que se enfrentara a un caso similar y no pudiese reunir los medios económicos necesarios para regresar a España», indicaba ayer Marisa lamentando que «se destine tanto dinero a ayuda humanitaria a otros países, cuando resulta que el Gobierno de España abandona a sus propios ciudadanos cuando están en una situación crítica fuera de nuestras fronteras».

«Todo ha sido silencio»

El alcalde de Aspe también se mostraba ayer indignado por lo ocurrido. «La vida de una persona no puede depender del dinero y en este caso daba la triste impresión de que nadie quería ayudar a que José Luis regresara vivo. Parece que les resultaba más fácil repatriarlo muerto. Pero gracias a su gran familia y su gran entorno de amigos va a seguir luchando por vivir y en su tierra», ha declarado Antonio Puerto. Han sido nueve días de «incertidumbre y agonía» en los que el Ayuntamiento de Aspe ha estado al lado de la familia, solicitando ayuda por escrito al ministro de Exteriores, al delegado del Gobierno en la Comunidad, a la Conselleria de Sanidad, y a la Embajada. Incluso el alcalde contactó telefónicamente con la abogada del presidente de Guinea Ecuatorial. «Pero el silencio ha sido la respuesta de todos y vamos a seguir luchando y apoyando a nuestros vecinos para que se haga justicia, y para que esto no vuelva a pasarle a ningún español que necesite ayuda en cualquier rincón del mundo donde se encuentre», ha subrayado Puerto.