La imagen de San Antón recibió ayer el particular homenaje que los festeros le rinden mediante sus ramos de flores, en esta ocasión, de color rosa y blanco. La Ofrenda de Flores comenzó a las once de la mañana de ayer desde la Plaza Castelar hasta la iglesia de Santa Ana.

Empezó el bando cristiano con las comparsas de Cristianos, Piratas, Estudiantes, Zíngaros y Contrabandistas para dar paso al bando moro con los Musulmanes, Marroquíes, Realistas y Huestes del Cadí. Tras su paso por las principales calles de la ciudad, las comparsitas vestidas con traje oficial colocaron las flores que portaban en un mural, con la imagen de San Antón presidiendo la fachada del templo. Es su manera de dejar bien claro el respeto y la devoción que sienten hacia el patrón de los Moros y Cristianos. Se trata de una desfile ágil y alegre en el que la pasión por el santo supera el cansancio acumulado en el penúltimo día de fiesta.

Previamente, los más madrugadores acudieron a las ocho de la mañana a la Diana Festera y desfilaron en bloque a ritmo de pasodobles dianeros. Este es probablemente uno de los actos más emblemáticos y especiales para los festeros de Elda al tratarse de un momento muy íntimo y con escaso público en el que los participantes confraternizan con el resto de comparsas y disfrutan del frescor matutino y los primeros rayos de sol. Aunque en un principio tuvo escasa repercusión, la Diana es cada año más participativa.

Pese a que las previsiones meteorológicas advertían de lluvia a lo largo de todo el día, todos los actos de la mañana contaron con excelentes temperaturas.

Símbolos de la fiesta

La diversidad suma y nunca resta. Esta es la idea que se trasladó ayer en la misa en honor a San Antón organizada por la Mayordomía. La celebración, presidida por el sacerdote Ginés Pardo, puso el acento en el hecho de que todas las comparsas tienen una historia particular pero en conjunto suman por el bien común al estar al servicio de la fiesta.

La presidenta de la Mayordomía de San Antón, Liliana Capó, trasladó que la fiesta se construye de la diversidad de las comparsas y aunque todas son diferentes porque tienen un origen, una historia y un estilo singular, no hay ninguna más importante que la otra. En la acción de gracias, cuatro comparsistas moros y cinco cristianos colocaron delante del altar símbolos de su agrupación.

Los Musulmanes entregaron el fajín que recoge la cintura y que simbólicamente rodea y mantiene en pie la fiesta, los Marroquíes llevaron unas babuchas que atan a la tierra y ayudan a recorrer el trayecto de la fiesta, los Realistas aportaron el fez de un azul que representa los sueños y la luz de los actos y las Huestes del Cadí representaron la torre que da techo, protege y da cobijo como símbolo de las espacios de la fiesta. Los Cristianos aportaron la cruz que aglutina el triunfo sobre la muerte, el sacrificio y el trabajo, para dejar claro que cuesta conseguir todo lo que vale.

Los Piratas entregaron el barco que aparece en el chaleco que representa la aventura y la llegada de gente a Elda. No faltó el lápiz de los Estudiantes, que permite escribir el relato de la fiesta y las tradiciones. La pandereta zíngara quiso mostrar la alegría de la calle mientras que la manta contrabandista fue un símbolo del calor humano y la solidaridad que existe en la localidad. En todo momento el hilo conductor fue la necesaria convivencia entre las comparsas porque pese a ser diferentes forman parte de un solo cuerpo que es la misma fiesta.

Futuro

Las peticiones se dedicaron a todas aquellas personas que sufren, a la Iglesia, a los festeros, a todos los que han fallecido este año y a los niños para garantizar el futuro de los Moros y Cristianos.