La elegancia conquistó la ciudad de Elda en la Entrada Mora, que se celebró ayer domingo. Así, los Moros Musulmanes iniciaron el desfile, que protagonizan las marchas moras.

2.655 metros de tela, 1.000 participantes son algunas de las cifras que muestran el despliegue que la comparsa mora hizo a la hora de presentar sus credenciales en la Entrada. El boato fue un golpe de fuerza, una muestra de la maestría de los Musulmanes a la hora de llevar el espectáculo a la calle, una explosión de música y de color que puso de manifiesto el ímpetu de una de las comparsas con más solera de los Moros y Cristianos de Elda.

La idea del boato comenzó a fraguarse en agosto. El concepto era sencillo: representar la entrada triunfal de un ejercito a la ciudad tras la victoria. La idea se transformó en un espectacular desfile de caballos y bloques en perfecta formación que cautivaron al público, que fue incapaz de abandonar sus asientos a lo largo de toda la puesta en escena.

Así, las más aguerridas tribus de árabes y negros demostraron su valentía y fiereza en el desfile y para amedrentar a los Cristianos, las tropas de la media luna anunciaron su llegada con tambores de un diámetro entre 70 y 80 cm y un peso entre 3 y 7 kilogramos de la Asociación Cultural de Alcora. Con sus diferentes toques llamaron la atención de un público que rompió a aplaudir al escucharlos y que no cejó de elogiar con sus palmas la exhibición de poderío hasta el final de la Entrada de los Musulmanes.

La banda sonora fueron cinco composiciones de cinco grandes compositores del ámbito de los Moros y Cristianos como Amado Blanquer Ponsoda, Sus marchas «Paco Verdú» y «Any D´Alfereces» abrieron paso a los bloques de los ejercitos de Mundhires y Umaras. Los músicos iban flanqueados por estandartes amarillos con la media luna en su remate.

El sonido de la pieza «Caid» de Saúl Gómez, un ballet basado en la melodía de Trevor Jones acompañó al bloque de las jóvenes Ugilas mientras que los temidos Largrawas -también conocidos como la Guardia Negra- desfilaron con «Entrada de Elda» de Ferrer Ferran. Todo un concierto festero, que finalizó con la interpretación del compositor Francisco Chico y que es un himno para esta comparsa y un referente en el repertorio de los Moros y Cristianos eldenses: «Elda Musulmana». Músicos y festeros unieron sus voces para cantar la letra de esta pieza y consiguieron que el público se contagiase de su entusiasmo.

Al capitán y abanderada de los Moros Musulmanes le acompañaron la escuadra de Tuareg y Zaminas así como la escuadra de honor de Roberto Navarro, que cumple su 50 aniversario. Los diseños de los trajes de los cargos festeros se inspiraron en tribus y culturas ancestrales del desierto del Sahara (Bereberes y Tuaregs). A la pureza del color blanco, símbolo de la belleza y lo femenino en el Islam es también uno de los colores identificativos de la comparsa valiente. El blanco solo fue roto por destellos de plata, marfil y piedras turquesas o Celestes.

El capitán iba montado a camello y la abanderada a caballo tal y como acostumbran a hacerlo en la tribu tuareg, los señores del desierto Sahara. Los dos iban unidos por una cuerda, simbolizando la unión entre marido y mujer.

Desde la plaza Castelar hasta Padre Manjón, el bando de la Media Luna hizo una demostración de fuerza con el objetivo de amilanar al cristiano al que se enfrentarán hoy en el Alardo, estafeta y Embajada.Y tal y como se describe en documentos históricos el de la cruz ganará el castillo.

Los Moros Marroquíes inundaron el recorrido de rojo, un color que predominó en sus escuadras mientras que los Realistas combinaron la elegancia de los trajes más señoriales de los hombres del desierto con la vistosidad de las escuadras de negros. Cerró el desfile de la Media Luna, las escuadras de las Huestes del Cadí. Dos horas de marchas moras que resonaron en la calles sin dejar tiempo para descansar la vista por la vistosidad de las comparsas.

Tras las huestes árabes abrieron el desfile de los guerreros de la cruz la comparsa de Cristianos y les siguieron Piratas, Estudiantes, Zíngaros y Contrabandistas.

Abrió el desfile el Embajador Moro sobre un precioso caballo y tras él su escuadra de honor con los estandartes de las cuatro comparsas de la media luna.

A lo largo de la tarde, las previsiones meteorológicas amenazaron con lluvia y la preocupación era patente. Al principio de la Entrada hizo su aparición en forma de grandes gotas pero el desfile siguió haciendo caso omiso del fenómeno meteorológico. Y aunque los ojos de algunos espectadores se alzaron al cielo esperando que el escaso aguacero no fuera a más, no se levantaron de sus asientos convencidos de que este año la mala climatología no aguaría la Entrada. Las ráfagas de viento hicieron de las suyas con las últimas comparsas

Un aguacero de ultima hora afectó, en el último tramo del desfile, en la calle Padre Manjón, a la comparsa de Contrabandistas. A pesar de la fuerte tormenta que mojó a las escuadras de la alegre comparsa, finalmente los festeros imprimieron rapidez al acto y pudieron finalizarlo.