Diseñar y fabricar zapatos ha sido para Weitzman «el amor» de su vida empresarial, «un hobby, un auténtico placer», y no tiene la menor duda de que su «mejor elección» fue haber implantado su negocio en España, en lugar de hacerlo en Italia como también se planteó inicialmente. Él nunca ha visto a Elda, Petrer y Monóvar como tres ciudades diferentes sino como una misma realidad. «Para mi España es un medio paraíso y aunque he regresado definitivamente a Estados Unidos siempre seguiré vinculado a este maravilloso país» ha señalado en tono reflexivo para añadir que «en esta tierra -el Medio Vinalopó- he encontrado a más que amigos, personas que me han dado mucho más a mí que yo he podido darles a ellos. Siempre orgullosos del producto que hacen y apasionados por el trabajo bien hecho, que es lo que nos ha permitido subir tan alto», subraya. Y ahora que contempla con perspectiva sus 46 años de trayectoria en España afirma que no cambiaría nada de su vida.