Los restos mortales de María Alberola Seller descansan en paz desde ayer en el cementerio de Novelda junto a los de su marido, Jesús Navarro, fallecido hace seis años tras una vida dedicada a impulsar la empresa Carmencita, líder nacional del sector de las especias, condimentos y postres e interproveedor de Mercadona.

María Alberola ha tenido una «muerte dulce» a los 89 años de edad. Desde hacía más de una década el Parkinson la dejó postrada en una silla de ruedas. Pero ella no se resignó. Jamás se dejó vencer y todos los días salía a pasear por su querida Novelda, con sus uñas pintadas y sus gafas de sol, dando un ejemplo de vitalidad y osadía frente a las dificultades hasta que dos semanas atrás la cruel enfermedad la postró.

Fue una mujer sencilla pero muy imaginativa que procedía de una familia burguesa con fuertes convicciones republicanas. A su padre, Antonio Alberola, se le considera uno de los pioneros de la exportación de azafrán a todo el mundo. Su espíritu abierto y empresarial sembró en su pequeña María el germen de lo que luego sería una mujer avanzada a su tiempo. Y aunque ella se conformó con ser ama de casa, que era la vida que les esperaba a las mujeres de la dictadura, nunca perdió su ideología de izquierdas, sus valores filántropos y su afán por apoyar a los más desfavorecidos.

De hecho, era muy habitual verla conversando en la calle con drogadictos y pobres a los que trataba de animar y ayudar.

Sabiduría y discreción

Siempre estuvo detrás de las decisiones más importantes y arriesgadas que su esposo tuvo que tomar para hacer de Carmencita la compañía puntera que ha conseguido ser. Le aportaba sabiduría y fortaleza desde el saber estar y la discreción que siempre la mantuvo a la sombra de Jesús Navarro.

Educó a sus tres hijos: la abogada María Jesús, el empresario Jesús y el veterinario Toni con una gran libertad no exenta de responsabilidad y protección materna. Ellos todavía recuerdan los relatos e historias que les contaba siendo niños y, aunque nunca la vieron llorar, «fue una madre sensible, cariñosa y valiente. Pero este vacío que nos ha dejado a los tres hermanos es muy profundo y muy difícil de llevar», comentó Jesús Navarro, actual director general de Carmencita, tras darle el último adiós a su «mamá», que también ha cumplido con el deseo expresado en vida por su padre al quedar ambos unidos en la misma sepultura. Pero antes, a las cinco de la tarde, la iglesia de San Pedro se llenó de familiares, amigos, compañeros y vecinos de María Alberola, una mujer del siglo XXI.