La pintura mural del siglo XVIII del techo de una vivienda de la calle de la Purísima, en el centro histórico de Elda, se encuentra en la UCI del taller de arte religioso de Julián del Olmo. Allí, con los primeros cuidados y mimos por parte de sus restauradoras está aflorando la belleza de una de las primeras obras de Bernardo Carratalá, escenógrafo alicantino, que la fechó en 1907.

El proceso de conservación y restauración de la pintura está siendo complejo. Tuvo que ser diseccionada en 26 piezas para sacarla de un edificio en ruinas. Además la estabilidad de la pintura era mínima debido a los problemas estructurales de la vivienda, que generaron importantes fracturas en el soporte que estaba claveteado directamente a las vigas del techo. Era imposible extraerlo al completo y menos en un tiempo récord. Primero fue necesario apuntalar la planta inferior para extraerla con rapidez. En apenas tres días, la obra, que había decorado el dormitorio principal de esta vivienda durante más de cien años, estaba descolgada. De allí fue llevada hasta el taller eldense donde se iniciaron los trabajos previos.

En pleno proceso de rehabilitación, el Ayuntamiento, propietario del mural, resolvió que en lugar de colocarlo en una pared vertical se ubicará en el techo de la entrada de la Casa Consistorial. Por motivos de seguridad, se decidió eliminar las láminas de cañizo y el yeso adherido al fresco. Así, mediante la técnica «strappo» -tirón en italiano-la película pictórica se ha arrancado del enlucido y se ha traspasado a un papel. El grosor del mural se ha reducido a milímetros. Y ello facilitará su adhesión a la escayola de su nueva ubicación.

Después de aplicar la técnica del «strappo», la pintura va a sufrir otro proceso de limpieza y saneamiento.Posteriormente se masillará para conseguir reintegrar el aspecto volumétrico de las grietas y se iniciará un lento y detallado tratamiento de reparación pictórica. Su restauradora, Lara Navarro, indica que «se utilizará la técnica puntillista porque debe quedar claro para el observador que partes son originales y que otras han sido reparadas».

Las obras y restauración avanzan bajo la mirada experta y la dirección de Lara Navarro y su compañera Cristina García. Navarro cuenta que «en las primeras labores hemos escuchado a la pintura», que les ha ido marcando el camino a seguir en la intervención. Cada trabajo es un reto pero el equipo reconoce que en éste, la presión y la implicación «es mayor» porque se trata de un trabajo de Elda, recuperado por eldenses y para Elda y que se podrá ver a diario en la entrada de la Casa Consistorial.

La pintura

La documentación de la pintura puso de manifiesto la degradación del cromatismo del mural debido a las filtraciones de agua, que han provocado grietas de diferentes calibres y humedades así como la suciedad por humos y deposiciones de insectos.

Navarro relata que en la pintura, que tiene unas dimensiones de 6 metros de longitud por 3 de anchura, se detectan dos técnicas pictóricas bien diferenciadas. Por un lado se encuentra el marco ornamental, de menor categoría pictórica y realizado en temple con una pincelada abierta y suave. Por otro, en la zona central, se advierte una alegoría pintada al óleo de mayor calidad. Catalogada como Bien de Relevancia Patrimonial, «la obra presenta una composición figurativa de carácter alegórico, protagonizada por dos figuras femeninas semidesnudas rodeadas por cuatro figuras infantiles a modo de «putti» o querubines. Todo ello en un ambiente celestial exento de carácter religioso», según se explica en el estudio realizado por Alejandro Jiménez. Otro de los recursos técnicos empleados por Carratalá es el uso de veladuras, que se pueden apreciar en zonas en las que el autor utiliza las transparencias y esfumados de color.

El pintor

Mientras en el taller de arte religioso se afanan por devolverle la vida a la pintura local, el arqueólogo municipal, Juan Carlos Marquez, busca el por qué Bernardo Carratalá recaló en Elda para pintar la obra. Un trabajo que se le ha encargado a una investigadora especializada en Historia del Arte, que está siguiendo los pasos del autor modernista.

Marquez señala que «si encontramos la relación de Carratalá con Elda queremos que junto al mural se instale un panel explicativo de la obra».

El autor de la obra, Bernardo Carratalá Poveda (1887-1965) fue uno de los escenógrafos alicantinos más importantes del siglo XX y realizó la pintura durante sus primeros años de experiencia en ámbito artístico.

Su primer trabajo conocido fue la decoración del teatro de Almoradí,y las prefecturas y las oficinas de Correos de Argel (Argelia), aunque posteriormente en los primeros años de la segunda década del siglo XX también trabajó como maquinista y escenógrafo construyendo decorados de los teatros Sport, Salón Granados, Ideal, Salón España y Novedades.

La familia Navarro Escolano cedió hace unos tres años la obra que decoraba una de las salas de su vivienda y que corría el peligro de perderse para siempre.