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Villena

El rey de las pistas del gigante asiático

El villenense Carlos Castelló conquista el circuito chino de las discotecas con el break dance

Carlos Castelló en el centro de la pista de una macrodiscoteca de China. información

El baile es una de las grandes pasiones de Carlos Castelló, aunque las puertas para trabajar en el mundo artístico parecían estar siempre cerradas en España. Con el sueño de ser bailarín profesional, el villenense se lanzó a la aventura de conquistar las pistas de baile del gigante asiático con un billete de avión sólo de ida. Su aventura china empezó cuando fue reclutado, en Madrid, por una manager de ojos rasgados. Su trabajo, al otro lado del planeta, consiste en participar en dos bailes cada noche en el escenario de discotecas de distintas ciudades y pueblos como jefe de grupo.

Después de unos comienzos duros, sin saber muy bien cómo funcionaba el negocio en Asia y sin conocer letra alguna del idioma, el joven fue escalando peldaños hasta llegar, en su segundo año como bailarín, a hospedarse en hoteles de cinco estrellas y ser tratado casi como una estrella de rock.

«Las oportunidades en China son impresionantes» apunta. «La demanda de europeos como animadores es insaciable» resalta. «Ahora comienzan a llegar ucranianos y rusos que son más acróbatas que bailarines y el mercado se está saturando pero siempre hay un hueco para la calidad, aunque a los chinos les gustan los recién llegados porque cobran menos» indica.

Al desembarcar en el gran país soportó meses de intenso entrenamiento y de contratiempos. La gira prometida se vino abajo. Sin embargo, con la llegada de dos compañeros de Villena, Álvaro Medrano y Nathanael el grupo se rearmó y cambiaron de ciudad de Guigang a Zhengzhou, metrópolis de 14 millones de habitantes cercana a Shangái y Hong Kong, en la costa sur. Fue éste el principio de su carrera como bailarín profesional.

En su primera etapa permaneció en el país once meses mientras que en la segunda, en la que más éxitos ha cosechado, ha estado un año y un mes. Ahora, después de descansar algunos meses en su ciudad natal, vuelve a preparar su vuelta a China. Esta vez, la estancia será más corta. El objetivo es conseguir dinero en un país donde los artistas, sobre todo los extranjeros, por su físico, tienen muchas oportunidades y buenos sueldos. China está en su futuro profesional pero espera que pronto se haga realidad otro de sus sueños: bailar en USA.

Nada aventuraba cuando empezó a hacer sus «pinitos» casi como un juego en el hip-hop con sus amigos de Villena, que acabaría bailando en el gigante asiático. Un país en el que, según relata, «es difícil vivir». Es un mundo lleno de contrastes donde corre el dinero y se vive en una pobreza extrema y con un protocolo social muy estricto y muy disciplinado y actitudes que en España se calificarían de «sucias y maleducadas» relata.

Carlos relata que «los chinos contratan para sus espectáculos a occidentales «porque ellos son arrítmicos y buscan calidad a la hora de animar las fiestas». Además sienten pasión por los rostros y el físico de los occidentales. De hecho, a Carlos también lo han contratado para hacer de modelo en inauguración de centros comerciales. En sus estancias en España también ha bailado en Ibiza pero en China es más fácil ahorrar dinero.

Carlos es autodidacta en el baile. Comenta que «el break dance nació en la calle y ahí es donde lo aprendí, compartiendo diferentes figuras con otros bailarines de la calle». Sus primeros pasos los dio en las calles de Villena. Y fue la casualidad la que le hizo toparse en internet con la oferta de trabajo para bailar en China. Mandó videos y su currículo y «me escogieron y así empezó todo» comenta. Emigró sin saber qué se iba a encontrar y ahora ejerce de manager y ofrece trabajo a otros compañeros. Él mismo elige los bailarines con los que comparte escenario. En estos años de experiencia en China, «he conocido como hacen negocios, he aprendido mucho de ellos y por eso me muevo con facilidad en su mundo» subraya.

La experiencia en China «ha sido buena» según cuenta Carlos y lo que tiene claro es que «para vivir en China debes ser fuerte y flexible porque son muchas las actitudes que, culturalmente, no comprendemos y que incluso en España rechazaríamos y que allí son aceptadas».

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