Un fenómeno meteorológico tan inusual como aislado ha causado cuantiosos daños en el cementerio municipal de Pinoso. Todo apunta a que se ha tratado de un torbellino. Una columna de aire que rota en posición vertical y presenta un rápido movimiento giratorio en torno a un eje. La fuerza desatada ha sido de tal violencia que ha arrancado vigas de hormigón de 70 kilos lanzándolas a una distancia de 40 metros. Pero el balance de daños es mucho mayor.

La cubierta de un bloque de nichos ha sido arrancada de cuajo y media docena de lápidas han quedado destrozadas. Los desperfectos también han afectado a voladizos, decenas de tejas y ladrillos, y a todo tipo de elementos decorativos funerarios.

El supuesto torbellino se produjo durante la madrugada del sábado -se desconoce la hora exacta- en la zona más antigua del camposanto. Sorprendentemente sus efectos se han limitado a un radio de acción de unos 120 metros cuadrados. El resto del recinto está en perfectas condiciones y tampoco se ha detectado daño alguno en las proximidades.

El camposanto permaneció cerrado al público hasta la tarde de ayer. Por la mañana el alcalde Lázaro Azorín y el concejal de Obras visitaron la zona afectada y ordenaron a los técnicos municipales que iniciasen las gestiones oportunas para localizar a los familiares de las sepulturas dañadas. También ha sido necesario que los operarios de la brigada municipal se emplearan a fondo con el fin de adecentar el lugar y retirar todas las estructuras sueltas.

Según los datos registrados por la estación de la Agencia Estatal de Meteorología instalada en el instituto de Pinoso -que se encuentra a un kilómetro del cementerio- en la madrugada del sábado solo se registró una racha de viento próxima a los 70 kilómetros/hora. Una intensidad insuficiente para generar los destrozos ocasionados. Cuestión que añade más misterio a un fenómeno extraño y aislado, del que no hay testigos ni precedentes cercanos.