A punto de cumplir un año al frente de la dirección de la delegación de la Organización Nacional de Ciegos (ONCE) en Elda, David López se enfrenta día a día a dos retos: uno, la organización y gestión de los vendedores de cupones y por otro lado, la mejora de la calidad de vida y por lo tanto de la eliminación de barreras arquitectónicas para discapacitados.

¿La accesibilidad es una asignatura pendiente en Elda?

La accesibilidad es una asignatura pendiente para muchos ayuntamientos, pero también es cierto que cada vez hay más sensibilidad tanto entre los técnicos como en los políticos en esta materia. En el caso de Elda tiene que mejorar mucho por ejemplo en la cuestión del ancho de aceras pero es cierto, que en la comisión de accesibilidad creada junto las asociaciones de discapacitados se ha planteado crear un plan director para establecer medidas correctoras.

¿Qué le falta a Elda para ser accesible?

Le faltan muchas cosas, pero es cierto que es inviable que el ayuntamiento elimine todas las barreras arquitectónicas. Las calles están diseñadas con unas dimensiones y adaptadas al momento en qué se crearon. No se puede pedir que todo sea accesible porque es imposible urbanísticamente y sobretodo económicamente pero si que en las obras de nueva construcción, en los rediseños de la vias se piense en que todos puedan transitar por ellas.

¿Qué se le pide al Ayuntamiento de Elda por parte de la ONCE?

Al Ayuntamiento de Elda, al igual que a los de la comarca, le pedimos que cumplan la ley, sobretodo eso. Existe una legislación en materia de accesibilidad que, en muchas ocasiones, no se cumple por falta de sensibilidad. Y ahí estamos las asociaciones de discapacitados para dar un toque de atención.

¿Cómo puede el ayuntamiento cumplir la ley en esta materia?

Por ejemplo, en el tema de las terrazas de los establecimientos hosteleros se deben hacer cumplir las medidas de distancia que permitan a los discapacitados desplazarse de forma autónoma. Una cuestión que beneficia a muchos vecinos, también a ancianos o a madres con carritos.

Una de las mayores reivindicaciones de la ONCE en Elda es la instalación de semáforos sonoros. ¿Mantienen esta petición?

Sí, pero al mismo tiempo sabemos que el sonido puede afectar y molestar a los vecinos por lo que existen unos sistemas que únicamente funcionan cuando un ciego lo activa. Si no existe alguna alerta para que sepamos cuando la lámpara cambia de rojo a verde o viceversa, cruzar la calles es literalmente jugarnos la vida.

¿La colaboración de la ONCE con los municipios es fluida?

La agencia de Elda engloba a una docena de ayuntamientos, entre los que están Aspe, Monforte del Cid, Monóvar, Petrer, Elda, Villena, Salinas y Sax. Con todos ellos mantenemos reuniones con el fin de colaborar en materia de accesibilidad con el fin de mejorar la calidad de vida y el entorno ciudadano. Porque, al fin y al cabo, casi todo lo que reclamamos desde el entorno de la discapacidad repercute en todo el vecindario. En el caso de Elda trabajamos con la comisión de accesibilidad junto a otras asociaciones de discapacitados.

En su día a día, ¿qué es lo más complejo de afrontar?

En este momento, la ONCE precisa de un mayor número de vendedores en la calle. Vender el cupón no es una acción de caridad. Ellos deben comprometerse y alcanzar unos objetivos y no todos están preparados física o mentalmente para salir a la calle día a día para vender. Además tenemos una gran cantidad de productos que se deben gestionar.

¿Cuántos vendedores están en la plantilla de la ONCE de Elda y comarca?

Unos 130, pero queremos aumentarla más.