El temporal ha devuelto la imagen que la rambla de Puça tenía décadas atrás. Las últimas lluvias han recargado los acuíferos subterráneos contribuyendo a recuperar un espacio natural cargado de historia, situado en plena montaña de Petrer, que permanecía seco desde el verano de 2013 tras el breve paréntesis registrado en septiembre de 2015. Entonces el agua volvió a correr y saltar por Puça. Pero a las pocas semanas desapareció con la pertinaz sequía.

Hasta el recóndito enclave próximo al Molino de la Reja acudían cada semana centenares de vecinos de Petrer, y también de otras localidades cercanas, que aprovechaban los meses de julio y agosto para refrescarse de los asfixiantes calores en los cristalinos remansos y, cómo no, para jugar en el espectacular salto de agua de quince metros de altura junto al «Molí del Salt».

En los años previos a la sequía este humedal era una alternativa de ocio a la playa y la piscina porque, debido a la crisis económica, muchas personas no podían permitirse gastos extraordinarios en sus vacaciones. Había incluso familias enteras que acudían a la rambla por la mañana, con sus toallas, bañadores y mochilas cargadas de viandas para darse un chapuzón y comer antes de regresar a casa.

Sin embargo, durante el verano de 2014 la sequía que asoló el Alto y Medio Vinalopó, la mayor de los últimos 150 años, y el consecuente aumento del consumo de agua procedente de la mina de Puça hicieron de este oasis un secarral.

Una triste imagen que se ha transformado esta misma semana con las intensas y continuas lluvias registradas en la comarca. Ahora los remansos de agua, los conocidos como «tolls», han vuelto a llenarse, la vegetación propia del humedal ha recuperado la frondosidad perdida, la fauna está reapareciendo y el incesante sonido de los saltos de agua se escucha, de nuevo, desde el mismo camino que conduce al Molino de la Reja en dirección al nacimiento.