Las colonias de conejos en las afueras del casco urbano de Elda son la peor pesadilla del yacimiento arqueológico del Monastil. Allí, entre las ruinas de los hornos cerámicos, campan a sus anchas dañando las restauraciones que se realizaron años antes para salvar la historia de los antiguos eldenses.
Para consolidar los restos se han iniciado los trabajos para reparar los hornos horadados por las madrigueras de estos animales y al mismo tiempo se va a limpiar parte del yacimiento con el fin de programar visitas frecuentes a este asentamiento íbero-romano y que está catalogado como Bien de Interés Cultural (BIC).
Los problemas con los conejos no son nuevos, pero el aumento de sus crías hace que sean especialmente dañinos en este espacio protegido. Los arqueólogos temen por el futuro de algunos vestigios del pasado que todavía no han sido excavados.
En el año 2010, los trabajos para la restauración de la alfarería romana descubierta en El Monastil en años 1989-1990 permitieron recuperar íntegramente los tres hornos cerámicos, de 2.050 años de antigüedad, y documentar y «musealizar» un complejo que, según las investigaciones arqueológicas, habría sido la primera «fábrica» artesanal del valle de Elda, con una producción de cerámica diversificada y a gran escala durante aproximadamente unos setenta años. Ahora, aquella actuación, se consolida.
El avance de las investigaciones, apuntan que aún hay más elementos del complejo alfarero en El Monastil, probablemente incluso debajo de la carretera. Las características de los hornos y de las miles de piezas de cerámica localizadas en la zona permitieron concluir que la alfarería romana habría estado activa durante unos setenta años, produciendo cerámica a gran escala, en variedad y calidad, para abastecer a todo el valle de Elda.
Por otra parte y a cargo de las arcas municipales, además de los trabajos de limpieza también se están reconstruyendo y señalizando los senderos, que llevan de la parte más baja del yacimiento hasta la más alta donde se encuentra la basílica.
