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Elda

Música y juego contra la pobreza

El centro Emaus cambia su dinámica e introduce talleres de lectura y una ludoteca para favorecer la integración a través de la creatividad - Diez voluntarios más se han sumado al proyecto de Cáritas Interparroquial

El centro Emaús acoge a 35 niños cada tarde ÁXEL ÁLVAREZ

El juego, la música, la lectura son más poderosos que los deberes a la hora de inculcar valores como el respeto o la diversidad cultural. Y desde esta máxima, el centro Emaus de Elda ha integrado en su proyecto talleres de música, de lectura y juegos con puzzles para enseñar a los más pequeños a valorarse, para conocerse mejor y para superar difícil entorno en el que les ha tocado vivir, así como para respetar a quienes juegan con ellos, aunque sean de otra raza o religión. Emaus ha escogido la creatividad como impulsor de un mundo de un mejor.

Desde el centro se han apostado, en este nuevo curso, por atender a las emociones y dejar a un lado -pero no abandonar- las tareas escolares, que en los dos años anteriores fueron el eje de este espacio en el que niños desfavorecidos de las ciudad son atendidos por voluntarios, que además de apoyo escolar les sirven la merienda. Así, además de fortalecer la mente también alimentan el cuerpo.

El coordinador del centro, Francisco Martín, asegura que «no queremos ser una extensión del colegio, pensamos que a través de lo lúdico y de lo creativo podemos favorecer la integración y potenciar los valores que intentamos que los niños asuman» a lo que añade «lo que tenemos claro es que no somos una academia para niños que sus familias no la pueden pagar, somos un centro de acogida».

El centro Emaús, creado hace dos años y dependiente de Cáritas Interparroquial, acogerá a unos 35 niños en riesgo de exclusión. Este año son 24 los chavales que repiten y ahora, desde Servicios Sociales de Cáritas Interparroquial trabajan para evaluar los once pequeños que se integrarán en el proyecto. Será antes de que finalice el mes de septiembre.

El espacio cuenta con una lista de espera que casi duplica a los niños que cada día acoge. Todos ellos tienen entre 5 y 12 años y son atendidos de lunes a viernes por unos 60 voluntarios. Algunos están en cocina mientras otros les imparten refuerzo escolar en las asignaturas que más les cuestan. En los primeros días del centro y tras el llamamiento que se realizó las primeras semanas de septiembre se han incorporado una decena más de ayudantes para colaborar en el cuidado de los más pequeños. Una revitalización para centro que sobrevive del esfuerzo del voluntariado y de las aportaciones benéficas.

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