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Elda

Medio siglo con los enfermos

El centro de especialidades médicas Padre Manjón cumple 50 años

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El antes y el después del centro de especialidades médicas de Elda

Medio siglo después de abrir sus puertas el centro de especialidades médicas Padre Manjón de Elda sigue desarrollando la labor sanitaria para la que fue concebido. Es el segundo más antiguo de la Comunidad Valenciana y todavía desempeña un papel crucial en la salud de los eldenses, y de los vecinos de la comarca, hasta haberse convertido en un referente del Medio Vinalopó en la atención a los enfermos. De hecho, durante 16 años fue el único servicio público de estas características hasta que en 1982 se abrió el Hospital General Universitario de Elda, y posteriormente lo hicieron de forma paulatina los actuales centros de salud de Atención Primaria.

Han pasado 50 años pero el antiguo ambulatorio de Elda sigue plenamente activo, roza las 80.000 visitas anuales, incluye 16 consultas de especialistas en su cartera de servicios y cuenta con una plantilla de 17 enfermeras, cuatro administrativos, tres celadores y un auxiliar además de los facultativos.

Se le conoce por el nombre Padre Manjón por la calle donde fue construido en un tiempo en el que solo había campos y fábricas de calzado a su alrededor. Hasta la céntrica Gran Avenida estaba todavía sin asfaltar. Pero pocos saben que su nombre real es «Nuestra Señora de la Salud».

En la fachada principal de este edificio de cinco plantas se colocó, junto a la escalinata de acceso, una escultura en altorrelieve con la alegoría de la maternidad. Se cree que es obra del fallecido artista Antonio Martínez Penella, catedrático de Escultura en la Facultad de Bellas Artes de San Fernando de Madrid. La figura datada en 1965 representa a una madre con su hijo y no a la Virgen de la Salud, como muchos todavía piensan. Además, pertenece al Patrimonio de Muebles Públicos, en su apartado de Esculturas y goza de una protección integral.

El nuevo ambulatorio -hoy antiguo ambulatorio- comenzó a funcionar el 7 de septiembre de 1966 pero tuvo que esperar al 29 de septiembre para ser oficialmente inaugurado por el Gobernador Civil, el alcalde Antonio Porta y el presidente del Consejo de Administración del Instituto Nacional de Previsión, que era el organismo del que dependía inicialmente un servicio que fue muy bien acogido por la población. Hasta entonces los enfermos eran atendidos en la Casa del Socorro de la calle Santa Bárbara, donde ahora se encuentra el geriátrico El Catí, y el nuevo edificio supuso un gran avance en el sistema sanitario público aunque, en sus primeros años de actividad, solo disponía de médicos de cabecera, pediatras y el practicante al que tanto temían los niños por sus dolorosas inyecciones.

Este año toca, por tanto, celebrar el 50 aniversario y para ello se ha creado una comisión que encabeza el coordinador de Enfermería del centro, Vicente Ochoa. De momento el programa de actividades, que está ultimando el Departamento de Salud de Elda que dirige Vicenta Tortosa, se ha abierto con la visita de la consellera de Sanidad. Carmen Montón descubrió el viernes una placa conmemorativa de la efeméride y agradeció «el gran esfuerzo y trabajo» de todos los profesionales que han pasado por el Padre Manjón desde sus inicios.

A la consellera la acompañaron en su visita autoridades de la administración autonómica, concejales, profesionales del centro y Vicenta Tortosa, que aprovechó para anunciar un plan integral de mejora del edificio y del servicio que presta. «Nos encontramos un centro oscuro, abandonado y con una importante demora asistencial y después de las primeras medidas aplicadas ya empezamos a notar el cambio. Tanto en la imagen como en la disminución de las listas de espera», ha señalado Tortosa insistiendo en su propósito de «rejuvenecer» el centro de especialidades «tanto en su mente como en su corazón» para que recupere la relevancia que tuvo antaño. Con tal fin se le va a dotar de un servicio de urgencias en el que se pueda ofrecer a los pacientes las mismas pruebas que se realizan en el Hospital. Es una de las medidas. Pero hay muchas más y todas van encaminadas a revitalizar un servicio ambulatorio que ha quedado relegado a un segundo plano desde la década de los 80.

Cincuenta años dan para mucho y los trabajadores más veteranos podrían escribir un libro con las anécdotas y experiencias vividas, dando buena cuenta de la extraordinaria evolución que ha experimentado el sistema sanitario. De hecho, todavía se conservan en el almacén del sótano aparatos, material, muebles y utensilios médicos propios de un museo. Precisamente la comisión del 50 aniversario se está planteando montar una exposición para mostrar, entre otras cosas, la histórica camilla que llegó a utilizarse en uno de los episodios de la serie de televisión «La Alquería Blanca», una de las primeras máquinas de impresión de laboratorio, pipetas fabricadas en Japón, la escalera y la pizarra original con la que se abrió el centro, el típico teléfono con candado, material quirúrgico y de practicantes y la colección de lentes para graduar la vista.

El personal que ha trabajado en el Padre Manjón siempre se ha considerado una «gran familia» y ha compartido el deseo de dar la mejor atención a los enfermos. Así que basta que dos veteranos se junten para que comiencen a evocar viejas «batallitas» como la de aquel misterioso episodio, de los años 70, cuando apareció el cráneo de un hombre dentro de una bolsa negra abandonada en el jardín. Al principio el mantenedor del edificio pensó que se trataba de una pelota y le dio una patada. Pero al segundo día el jefe de celadores descubrió el macabro hallazgo, haciéndose cargo la Policía Nacional de la investigación. También los agentes tuvieron que desalojar el edificio entero por un aviso de bomba e inspeccionar, consulta por consulta, todos los rincones en busca del inexistente artefacto. Además, más de una vez médicos y enfermeras han tenido que salir a la carrera para atender urgencias vitales en las calles colindantes. Una de las más sonadas fue la del joven al que en 2003 le cayó un arco de luz de las fiestas. En ese fatídico momento se dirigía a su casa por la calle Padre Majón. La rápida intervención del médico permitió estabilizarlo hasta que una ambulancia de Cruz Roja lo trasladó al Hospital en estado grave. Un año después también se desplomó súbitamente la escayola del techo de la sala de espera de la tercera planta. No hubo heridos pero sí un gran susto.

Los celadores tenían que sumar a sus funciones las de vigilancia porque durante «los años de la heroína» era habitual que algún que otro drogadicto se colara en las salas de espera, haciéndose pasar por paciente, para llevarse al descuido cualquier bolso o cartera. Pero las taquillas del personal sanitario era el botín más preciado y en una ocasión un caco, que fue detenido a los pocos días, logró burlar la seguridad aprovechando el bullicio de la mañana y sustrajo los objetos personales que había en su interior. Entre ellos cuatro puros.

Son algunas de las muchas vivencias que dejan tras de sí medio siglo de asistencia sanitaria. Cincuenta años cuidando a los enfermos de Elda y comarca en una actividad que continúa hoy como si fuera ayer.

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