La ilusión de todo un año ha quedado reducida a cenizas. Las cenizas de las que resurgirá, como ave fénix, la ilusión de las Fallas de EldaFallas de Elda del próximo año. Así es la fiesta del fuego. Un fuego festivo que se extendió por los nueve barrios falleros de la ciudad hasta bien entrada la madrugada de este lunes cotidiano. Era el momento de la Cremà, la noche de las lágrimas y las despedidas, y con ella se daban por bien finalizadas unas fiestas plenas y jubilosas. Las de 2016.

El purificador rito comenzó una hora antes de la madrugada. Las Falleras Mayores, Esther Carbonell Pérez y Andrea Rico Beamud, encendieron con una triste alegría, desde el balcón del Ayuntamiento, la mecha que hizo arder la Falla Oficial. Y tras ella fueron sucumbiendo a las llamas el resto de monumentos infantiles y mayores de Fraternidad, Estación, El Huerto, San Francisco de Sales, José Antonio-Las Trescientas, Trinquete, Zona Centro y Ronda San Pascual hasta que le tocó el turno a Huerta Nueva, el distrito que ha vuelto a ganar este año el premio a la mejor Falla de Elda, correspondiéndole por ello el privilegio de ser la última en caer.

Muchas lágrimas se derramaron anoche delante del fuego, y hoy la ciudad recupera el pulso de la normalidad tras cuatro días de celebración que comenzaron el miércoles con el pregón de Vicente Ferrándiz, la posterior Cridá y la Plantá de la Falla Oficial. Pero el programa festero también ofreció ayer otros momentos memorables. La entrañable Cremà del monumento fallero de la Residencia El Catí al mediodía y la posterior mascletá, que este año se realizaba por vez primera en la rotonda de las Fallas de Elda, encargándose las Falleras Mayores de prender la mecha mientras sus Damas de Honor encendían los avisos. Cuatro minutos atronadores, lentos en su comienzo y apoteósicos al final, que dieron paso al estruendo de los petardos y a la música de las bandas tocando piezas propias de las comisiones en sus pasacalles. Y, por la tarde, antes de la Cremà, los patronos de los falleros desde 1989, San Crispín y San Crispiniano, volvieron a salir en una procesión con cariz de despedida que no quiso perderse el alcalde Rubén Alfaro a pesar de estar enfermo. Hoy toca guardar faldas, mantillas y chalecos pero las ilusiones falleras resurgirán a partir de mañana.