Pocos se resisten ante la belleza de un campo de girasoles. Así, las plantaciones que han aparecido diseminadas en varios parajes del amplio termino municipal de Villena se han convertido en un lugar de peregrinaje para quienes ha decidido llenar sus redes sociales con fotografías, que tienen como paisaje de fondo los espléndidos campos de estas plantas de una amarillo y verde intenso.

La belleza de los campos de girasoles ya fue recogido por Van Gogh y ahora, con el smartphone en mano, son muchos quienes quieren inmortalizar desde su amor hasta sus ganas de celebrar el verano en su máxima expresión. Así algunos han cambiado en su cabeceras de facebook, los azules del mar y los dorados tierra del año pasado por el intenso amarillo de estos cultivos.

En el camino de Peña Rubia, que muchos villeneros utilizan para sus caminatas o paseo en bicicleta la parada frente a los girasoles es casi obligada. Como no frenar ante tan espléndida vista. Incluso algunos de los vehículos que por allí transitan de forma habitual aminoran la velocidad en su trayecto.

Hectáreas de los parajes de Peña Rubia, los Alhorines y la Olla se han sembrado de girasoles. Éste es un cultivo que había desaparecido de los paisajes de Villena, cuando apenas hace tres décadas en más de una casa de campo había alguna mata de esta planta para el consumo propio de pipas. Sin embargo, las extensiones intensivas de secano de girasoles se perdieron por su baja rentabilidad. Así ese paisaje típicamente castellano lleno de grandes pétalos amarillos dio paso al más murciano con plantaciones de hortalizas, nabos o chiribias. Cultivos en los que la agricultura villenense se ha hecho un hueco importante en el mercado nacional.

El girasol debe su nombre al movimiento que realiza cada día, cada mañana, el sol que se encuentra a los girasoles que lo siguen en su ruta al oeste. Así cada jornada hasta que deja de crecer y entonces su tallo se inclina sobre simismo a este momento se le llama «rendir culto al sol».