La agricultura ecológica es , sin duda, una vuelta a los criterios y a la forma de hacer de quienes se dedicaban a la tierra en siglos pasados. Un modelo con fuertes sin sabores porque cualquier plaga se podía llevar por delante el trabajo de meses. Sin embargo para quienes la agricultura ecológica es el sostén de sus familias intentan que las pérdidas de producto, mayores que en la agricultura convencional, no sean elevadas.
Además mientras alguno s están convencidos de este tipo de cultivos por ideología otros llegaron a ellos por casualidad. Marco Antonio de la finca Peñaranda del municipio de Salinas cuenta como pasó de funcionario de Correo a agricultor al fallecer su padre. Pero si es singular que abandonará un empleo fijo para volver al arado más peculiar es cómo ingreso en la filas de los ecológicos. Algo tampoco agrario como es internet le conectó, en un chat, con un ingeniero agrícola en Canada.
«Me dio su formula contra el pulgón, algo tan sencillo como ajo, guindilla y cebolla macerada mezclada con miel y jabón» explica. Con ese productos fumigó sus campos de almendros y olivo y asegura que hasta el día de hoy no he tenido ningún pulgón».
Sus plantaciones son su laboratorio de experimentación. Ahora ha comenzado con las aromáticas para producir especias. Marco Antonio indica que «empecé con la melisa y después de un tiempo he conseguido que sea rentable y esta temporada he empezado con el anís y el hinojo a ver cómo funcionan»
Pero no es el único que en su s tierras utiliza el método de ensayo y error para intentar que sus cosechas, además de ser ecológicas den un buen rendimiento. Algunos son los agricultores convencionales que en parte de sus tierras dejan un hueco para la ecológica intentando lograr un producto que, cada vez tiene más demanda en el mercado y que el precio que se paga por él es sensiblemente más alto.
