La Solemne Procesión de San Bonifacio cerró anoche, con el profundo sentimiento de los festeros hacia su patrón, el tercer día de las fiestas de Moros y Cristianos de Petrer. Y este año ha sido especial. La actual talla del santo, obra del escultor villenense Antonio Navarro Santafé, cumple 75 años y para festejarlo la Unión de Festejos San Bonifacio, Mártir ha decidido introducir un cambio en el festejo. Por vez primera la procesión acabó dentro del templo parroquial de San Bartolomé y no frente a la Casa Consistorial, como venía sucediendo hasta ayer. Fue allí donde los cargos festeros aguardaron impacientes, junto a las autoridades, directivos de la Unión de Festejos y presidentes de las comparsas, el momento del traslado de la imagen hasta el centro del altar mayor.

Así finalizaba el programa festero sobre las diez y media de la noche antes de que las comparsas se dispusieran a dejar atrás la plaça de Baix, en el acompañamiento general de capitanes y abanderadas a sus respectivas sedes. Pero la procesión arrancó a las ocho de la tarde con marchas solemnes y el hondo sentimiento que reflejaban los rostros de los cargos festeros, muchos de los cuales participaron en el acto acompañados por familiares y amigos vistiendo las galas de la capitanía.

Un año más se repitió el afectuoso reencuentro de los miembros de las comparsas con su patrón cuando la talla fue colocada en el atrio de la iglesia. Algo que, como es costumbre, se lleva a cabo una vez que la procesión alcanza la mitad del recorrido. Ruegos en silencio, caricias a la escultura, oraciones de agradecimiento, miradas de respeto y muchas fotos con San Bonifacio. Es la escena que se repitió hasta que pasadas las nueve de la noche el patrón inició su recorrido desde la plaça de Baix hasta la plaça de Baix tras dar su nueva bendición al paso por las calles Constitución, País Valencià, Gabriel Payá, José Perseguer, Cánovas del Castillo y Miguel Amat. El itinerario de siempre que los festeros cubrieron con su traje de gala y en fila de dos, mientras los espectadores se levantaban de sus sillas en señal de respeto y devoción cuando pasaba la imagen, que llegó a la plaza pasadas las diez de la noche siendo recibida por una multitud de petrerenses y visitantes que no cesaron de ovacionarlo durante las típicas vueltas. «Estaremos a tu lado». Con ese compromiso cantado acabó la procesión.