Las poblaciones de Biar y Villena renovaron ayer el acuerdo centenario -existe documentación desde 1839- por el que los habitantes de la villa ceden a los villenenses la efigie de La Mahoma hasta el 8 de septiembre, que será devuelta cuando las huestes de la media luna pierdan el Castillo de la Atalaya.

Antes de la cesión de La Mahoma, la pólvora inundó las calles de la población. A las seis de la tarde en Biar tuvo lugar la Guerrilla en el cerro de San Nicolás. Tras la batalla, las huestes cristianas y moras- Blanquets, Blavets, Estudiants, Maseros, Moros Vells, Tariks y Moros Nous- se desplazaron desde la Plaza de España hasta la Plaza de la Constitución donde tuvo lugar la Embajada. Finalizada la batalla y una vez que el bando moro perdió la fortaleza, ya anocheciendo, se inició el pacto entre Biar y Villena por la custodia de La Mahoma.

Como marca el protocolo, el alcalde de Villena, Javier Esquembre, solicitó en un buen valenciano al alcalde de Biar, Julio Sanjuán, la cesión de La Mahoma para las fiestas locales y prometió custodiarla hasta septiembre. Asimismo, Esquembre le entregó un pergamino en el que rubricó el compromiso de los villenenses de conservar la efigie. En esta edición en el documento, alusivo a aspectos que comparten las dos localidades, se representaron las revistas festeras que cada población edita con motivo de las celebraciones de los Moros y Cristianos.

Tras aceptar el acuerdo los vecinos de Biar, concentrados a las puertas del Ayuntamiento, entonaron la tonadilla de despedida: «La Mahoma de Biar menja rotllos y fogases, la hi porten a Villena i la inflen a remolatxes». Las comparsas de Moros Vells y Nous tomaron a la efigie de La Mahoma y la trasladaron hasta el final de calle La Torreta. Con los sones del «Ball dels Espies», Biar le dijo adiós esperando la llegada del 8 de septiembre para recibirla de nuevo.