Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Picadoras en peligro de extinción

En Elda y Petrer, las especialistas en calar el cuero de unos zapatos se pueden contar con una mano

El dibujo se le presenta a la picadora sobre papel. Áxel Álvarez

La industrialización de las fábricas de calzado y las tendencias de moda casi acaban con el oficio de picadora. Este trabajo, que ha recaído fundamentalmente en las manos de mujeres, es una labor auxiliar y adjunta a la sección de aparado. En la confección de zapatos de caballero, el picado, calado o perforado, es un clásico. Un trabajo casi artesanal que le imprime pedigrí al producto final.

La moda parecía que había desterrado estas filigranas del cuero. Ahora, la vuelta de los clásicos ingleses -«bluchers» u «oxford»- a la primera línea de la moda no sólo en las colecciones de caballero sino también en las de señora, ha saturado a las pocas zapateras que todavía saben manejar un máquina de picar con destreza. Pero el exceso de trabajo será fugaz. Si para el sector, la temporalidad es una de sus grandes lacras; en esta labor, el problema se agranda ya que su faena se centra en la temporada de invierno.

Así, la precariedad en su trabajo (muchas de ellas trabajan en casa), la falta de relevo generacional y su eventualidad hacen que escaseen. Picadoras con buen oficio en Elda y Petrer se pueden contar con los dedos de la mano. También la innovación ha hecho mella en el oficio. Ahora, las máquinas de cortado son capaces de seccionar el cuero en piezas, que más tarde se convertirán en un zapato y al mismo tiempo graban sobre la piel los festones a los que antes ellas daban forma.

Paqui Tárrega es una de las «artistas» del calado en la piel. Aprendió su oficio en Almansa, cuna del zapato de caballero, donde el picado es una de las señas de calidad. Sentada frente a su máquina mira el modelo que le han presentado sobre el papel. Elige con cuidado la aguja que va necesitar y la inserta en la máquina que le ha acompañado casi toda su vida profesional. Con destreza mueve la pala del zapato, casi como si de un baile de salón se tratase, a la derecha y a la izquierda. Y cuando termina, lo que el modelista ha trazado con el lápiz aparece en la piel, casi por arte de magia. Tárrega explica que «es mucho el trabajo que se puede producir con las nuevas máquinas, pero todavía no lo pueden hacer todo». Las labores más delicadas precisan del buen hacer de una buena picadora capaz de grabar las delicadas marcas en una piel.

Especialización

El de picadora apenas da trabajo para cuatro meses al año y, por ello, algunas de ellas también ejercen de aparadoras. Tárrega explica que «las máquinas de aparado, rebajado y picado son muy similares y acabamos aprendiendo de todo» pero para una labor más exquisita la especialización es importante. Y concluye que «si cada vez somos menos las que sabemos picar, al final los modelistas dejarán de incluir los festones en sus diseños».

Por otra parte, María José Soto, profesora del departamento de Piel del IES La Torreta aclara que «el trabajo de picadora es de temporada y auxiliar y aún es todo muy manual». A pesar de que es una labor casi residual en las industrias, está destinada a enriquecer el zapato. La profesora explica que ofrece «un aspecto que buscan muchos empresarios, la calidad, la diferenciación». Y, para ello, es preciso formar a las nuevas generaciones del calzado, pero «ya quedan pocas mujeres que puedan transmitir el oficio a los más jóvenes».

Las firmas zapateras buscan picadoras capaces de dar ese toque de calidad a colecciones pequeñas y apenas encuentran. Pero para estas reducidas partidas las máquinas y los troqueles no sirven. Tárrega argumenta que la única salida para salvar el oficio en peligro de extinción es la formación. No existe relevo generacional. Las picadoras envejecieron y pocas aprendieron de las viejas maestras.

Sin embargo, esta labor no es del agrado de las nuevas generaciones. Los más jóvenes evitan este tipo de trabajo. El picado de cañón de la economía sumergida está a punto de desaparecer si la formación no lo remedía.

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats