Muchos de los propietarios han tapiado ventanas y puertas para evitar que los «okupas» entren en ellas. Mientras algunos edificios amenazan con su derrumbe, otros han salvado su fuerte deterioro al ser ocupados por festeros, que los han convertido en sus cuartelillos y con el pequeño mantenimiento que le han aportado sobreviven al lado de otras justo en las calles aledañas a la plaza Mayor.