La Virgen de la Salud volvió a reunir ayer en Elda a cientos de vecinos repartidos por todo el mundo. Perdura, por tanto, la vieja costumbre de regresar a la ciudad para visitar a la familia y los amigos, y pasar unos días de reencuentro, recuerdos y diversión cuando llegan las Fiestas Mayores, la celebración de septiembre en honor a los Santos Patronos, la Virgen de la Salud y el Cristo del Buen Suceso, a quienes los eldenses veneran más de 400 años.

Todo estaba dispuesto, a las ocho de la tarde, para que la imagen de La Salud comenzara a recorrer las calles de su Elda. Dos horas después de la santa misa, con la emoción contenida de la multitud, cruzó la imagen la puerta del templo de Santa Ana mientras todavía resonaban en la memoria las estrofas de la salve solemne de Hilarión Eslava. Comenzaba la procesión de la Santísima y acababa el arduo trabajo de las camareras, las encargadas de prepararla la talla para que luzca con el mayor esplendor. Un año en el que, además, se ha echado en falta a Esperancita Alonso, la camarera de honor fallecida meses atrás.

El barco San Eduardo, los peregrinos y los ángeles acompañados por decenas de niños vestidos de comunión volvieron a dar un toque pintoresco a un acto que este año presentaba dos novedades: los 75 años que han cumplido las imágenes desde su llegada a Elda y el manto nuevo que ha estrenado la Virgen.

Las calles llenas de gente, las velas iluminando el camino, las autoridades con la imagen, la música de la AMCE Santa Cecilia y los vítores a La Salud acompañando su paso y más de 80 costaleros y costaleras con la talla a hombros. Un grupo que también está de enhorabuena porque celebra su 25 aniversario. En definitiva, cuatro siglos de fervor que forjan la historia de un pueblo, de Elda.