Las intrigas de las Cortes de Castilla y de Aragón, las negociaciones y los pactos forman parte de la historia de estos dos reinos, que ayer se volvió a rememorar en Camp de Mirra. Una vez más, Jaime I y Alfonso X sellaron una alianza que determinó la división territorial entre castellanos y valencianos.

Allí, en la Almizra de 1244 se establecieron las fronteras entre los dos reinos cristianos, a través de las conversaciones entre los monarcas, que fueron las dos grandes figuras históricas de la época. En Camp de Mirra, como se conoce ahora al núcleo histórico donde se celebró este pacto, desde hace 39 años «El Sabio» y «El Conquistador» se vuelve a abrazar y a sellar su alianza como amigos y como yerno y suegro.

Unas 70 personas participaron ayer de forma directa o indirecta para que el «Tratado» cobrara vida de nuevo. Así, cuando la noche cayó en la plaza del Ayuntamiento las dulzainas volvieron a sonar interpretadas por la colla «El Terrós» de Petrer y los actores ocuparon su lugar para representar el episodio histórico.

La obra no decepcionó lo más mínimo y los espectadores se levantaron en aplausos cuando el infante Don Alfonso y el rey Jaime firmaron la paz de Levante. El apretón de manos entre los dos protagonistas estuvo acompañado por el repicar de las campanas, que supusieron el punto álgido de una historia que ha quedado ya para la eternidad.

Después las autoridades civiles, actores y parte del público se trasladaron hasta el monumento conmemorativo de esta alianza y allí hicieron entrega de una corona de laurel en honor al monarca que conquistó estas tierras, Jaime I.

La representación del «Tractat de Almizra» contó con la presencia del presidente de las Cortes Valencianas, Enric Morera. Además, alcaldes de las poblaciones cercanas acompañaron en las primera filas al de Camp de Mirra, Juan Sempere, que mostró con orgullo la principal enseña hacia el exterior de este pequeño municipio que fue el espectador pasivo del gran hecho histórico.