El pedrisco caído a media tarde de ayer en la localidad de Beneixama ha causado cuantiosos daños materiales en el interior del casco urbano y en los cultivos de todo el término municipal. Fueron apenas diez minutos de una tormenta que los vecinos han calificado de «apocalíptica» y, a juzgar por el estado que presentaban los coches, viviendas, almacenes y parques, no les faltaba razón.

El frente de la borrasca peinó el Alto Vinalopó procedente del interior de Valencia pasadas las seis de la tarde y, aunque descargó piedra en Muro, Banyeres, Canyada y parte de Biar y Villena, fue en Beneixama donde lo hizo con especial violencia. El granizo, superior al tamaño de un huevo, reventó los cristales de casas y vehículos, destrozando tejas, agujereando persianas, cortinas y techos de almacenes agrícolas y arrasando las zonas verdes del pueblo, además de provocar contusiones a más de un vecino al que la tormenta de hielo sorprendió a cielo descubierto en medio de la calle o del campo.

«Aquí no se recuerda nada igual desde hace por lo menos treinta años. La nube ha venido de golpe desde la zona de Caudete pero se ha formado en Beneixama, justo encima de nuestras cabezas, y en lugar de arrojar el agua que tanto necesitamos ha empezado a lanzar granizo del tamaño de huevos de gallina. Ha sido impresionante y una auténtica catástrofe para el campo», explicó a este diario José Juan Alonso Hernández, un vecino de 36 años que fue testigo directo de los devastadores efectos de un temporal que ha acabado con la cosecha de oliva, almendra y hortalizas de su familia.

De hecho, los agricultores estimaban anoche, a falta de un examen más minucioso, que las pérdidas pueden alcanzar el 80% de la producción prevista para esta campaña en las plantaciones de olivar, almendro, vid y hortalizas de todo el término. Sólo se han librado las patatas. Y lo han hecho porque están bajo tierra.