El azul de los Moros Realista llenó el recorrido de la segunda Entrada de Elda, la mora. El boato de más de una hora de duración introdujo numerosos elementos árabes dejando claro que Elda -en la mañana de ayer -pasó de manos cristianas a las de la media luna. Así, la plaza cayó rendida a los pies de los Realistas por el espectacular boato que abrió el desfile y al que acompañaron la brillantez de las escuadras, tanto las más clásicas como las de negros.

La comparsa de Realistas de Villena invitada de honor de esta apertura acompañó el inicio del boato portando alfombras y poniendo la música con su grupo de percusión. Con el traje oficial de la comparsa de Elda y de la de Villena, mujeres de estas dos hermanas inauguraron la Entrada.

Tras ellos, una marea de estandartes y banderas con sus colores representativos invadió la calle Juan Carlos I. Los Moros Realistas fueron por algo más de una hora los dueños de Elda.

Uno de sus colores, el azul, predominó en todo el boato, incluso los capitanes lo eligieron para su traje de gala. Así, las telas en movimiento que simulaban las olas de mar abrieron paso a un galeón que, con el sonido de una caracola, anunció el gran espectáculo de los Realistas. En la popa y la proa unos comparsistas mostraron en sus escudos, su enseña, la media luna con las estrellas que marcan su rumbo tanto por el mar como por la arena.

Los tules de los tutus de unas bailarinas se colaron entre los rasos del bando moro. Los pasos de ballet se infiltraron en el desfile dando vida a las marchas moras de puntillas. Significó el paso de la versión marinera de los árabes a la más tradicional, el desierto.

Detrás de las palmeras apareció una fortaleza asediada por las tropas cristianas, que no pudieron tomarla por la férrea defensa de los hijos de la media luna. El sonido de la guerra lo trajeron desde Hellín los tambores de su Semana Santa. El público aplaudió la presencia de la tamborrada.

Jaimas, desiertos y palmeras dieron paso a la escuadra de Veteranos que, en 2015, cumple su 50 aniversario participando en las fiestas de Moros y Cristianos de Elda. A su paso, el público rompió en aplausos mientras su cabo agradeció con su espada las muestras de cariño.

Cuando se acalló el estruendo de la guerra llegó la representación de la vida en una ciudad árabe. El zoco con sus puestos de fruta, sus panes sin levadura, sus carnes asadas al honor y la fuerte industria textil continuó la representación. Ningún detalle le faltó a los Realistas a la hora de poner en escena, la presencia árabe en la península.

Lluvia

Cuando los capitanes Realistas llegaron a la tribuna de autoridades, ubicada la intersección de la calles Jardines con la Dahellos, algunas gotas amenazaron el desfile. Los ojos se alzaron hacía el cielo y los rezos se elevaron al santo de los Moros y Cristianos de Elda, San Antón, para que la climatología respetase la Entrada Mora, después de una Cristiana pasada por agua.

El público no estaba dispuesto a dejar sólos a los festeros y a abrieron sus paraguas esperando que, únicamente, chispease y no se llegará a suspender el desfile.

Por otro lado, los rostros sonrientes de los festeros, que salieron dispuestos a ofrecer un ejemplar desfile y quitarse la espinita de la tormenta del sábado, que impidió que el desfile transcurriese con normalidad, se tornaron en preocupados.

Pero, el «espectáculo debe de continuar» y al mal tiempo le pusieron buena cara. Poco a poco las nubes de lluvia se fueron alejando, el desfile siguió llenando de magia y arte las calles de Elda.

La elegancia de los capitanes

Al igual que los capitanes de los Moros Realistas, los de Huestes del Cadi hicieron un guiño a su comparsa y utilizaron el blanco para su traje. A caballo dieron paso al desfile de los socios de esta comparsa.

Los terceros en aparecer en escena fueron los Moros Musulmanes. Sus capitanes optaron por el amarillo oro para sus trajes. Cerca de las 8 de la tarde llegaron a la tribuna de autoridades acompañados por una escuadra con el traje antiguo de esta comparsa, que llevó como complementos el mandil y el morral así como el pico de zapa. En todos y cada uno de los desfile, la capitanía utilizó elementos del viejo traje de la comparsas para adaptados y lucirlos.

Los Moros Marroquíes cerraron el desfile del bando de la media luna. De negro y plata, el capitán y la abanderada demostraron la elegancia de sus tropas. Tras ellos, la «Mesnada Marroquí» dio un primer avance de su poder.

Los capitanes del bando moro optaron este año por la elegancia en sus trajes y sus complementos. Jugando con los colores de sus respectivas comparsas ha elegido ricas telas, en lugar de espectaculares metales. Asimismo han escogido diseños de corte de clásico por los que se han llevado el aplauso y la admiración del público apostado en las aceras del recorrido del desfile.

Cristianos

Con la comparsa de Zíngaros llegó la alegría. Las calles se llenaron de pasodobles y del sonido inconfundible de los cascabeles y las panderetas. El color se hizo dueño del recorrido.

Las cintas y el terciopelo hicieron acto de presencia frente a las sedas y los rasos que impusieron momentos antes los moros.

Las huestes de la cruz llegaron pisando fuerte, aunque por la mañana fueron los grandes derrotados en la embajada que libraron contra las tropas de la media luna. Pero, son conocedores, que hoy ganarán el castillo ubicado en la plaza de la Constitución y así, Elda volverá a sus manos.

La agilidad del bando cristiano procuró que el horario previsto por las comparsas eldense se cumplió al milímetro. Así, el desfile finalizó en el horario previsto, las 11:15 de la noche. Cinco horas de un intenso desfile que no le dejo tiempo al espectador para parpadear. Maquillajes elaborados, diseños de trajes cuidados y peinados hecho arte fueron la seña de identidad que convirtió el desfile de Moros y Cristianos en una gran exhibición del arte y del buen hacer de los festeros eldenses.

Tras los Zíngaros, los Contrabandistas entraron en Elda. El sábado, la lluvia llegó cuando ellos estaban en pleno desfile y llegaron dispuestos a mostrar todo su arte por las calles de la ciudad. Y lo consiguieron.

Los cristianos le dieron el toque más guerrero a la Entrada. Sus marchas llenas de percusión y fuerza consiguieron levantar al numeroso público, que todavía llenaba las tribunas del itinerario.

Cerró el desfile la de Estudiantes. Los guerreros del blanco y negro pusieron punto y final a una Entrada donde la lluvia sólo hizo una tímida aparición, aunque en todo momento, festeros y directivos de la Junta Central consultaron sus móviles mientras aguardaban que la tormenta que se cebaba en poblaciones vecinas no llegará a Elda.

Finalmente, el agua sólo apareció durante media horas sin tener que interrumpir el desfile como en el cristiano.