Elda presenció ayer la primera de sus embajadas, la mora, en la que se representa como consiguió en el siglo XII hacerse con la ciudad, en manos de los cristianos. Este acto es uno de los más seguidos por miles de festeros que, año tras año, llenan la Plaza de la Constitución y la calle Colón para disfrutar del momento en el que la pólvora es la auténtica protagonista.

El día comenzaba a las 10 horas con el alardo, desde Antonino Vera hasta la calle Colón. En este acto participan numerosos tiradores de las cuatro comparsas moras: Realistas, Musulmanes, Marroquíes y Huestes del Cadí; y las cinco del bando cristiano: Zíngaros, Contrabandistas, Cristianos, Piratas y Estudiantes.

Tras un pequeño parón, a las 11.30 horas, dio comienzo la Estafeta y la Embajada Cristiana. Las abanderadas se colocaron en lo alto del Castillo para mostrar que el bando de la media luna era quien gobernaba en la ciudad.

El embajador moro llegó a lomos de su caballo para entregar un mensaje a los residentes del castillo: un acuerdo para que le ceda la ciudad. En respuesta, el embajador cristiano le plantó cara, replicándole que Elda no se entregaba, y rompió el papel.

En ese momento comenzó un diálogo entre ambas partes en el que el embajador moro amenazó a su contrincante con hacer atemorizar, «sable en mano», a los «cobardes» cristianos. Como era previsible, el parlamento no llegó a buen puerto, y desembocó en una guerra entre ambos bandos.

Así comenzó el despliegue de arcabucería a lo largo de la calle Colón. Los estruendos de los disparos consiguieron colarse en cada rincón de la ciudad, por lo que cada eldense sabía que los cristianos estaban perdiendo la batalla y su Castillo a causa del bando moro. La pólvora y el humo tomaron el lugar impidiendo ver a unos metros de distancia lo que el oído sí percibía.

Este acto, que duró cerca de una hora y media, finalizó con la lucha espada contra espada de ambos embajadores en lo alto del Castillo. La batalla acabó con la muerte del cruzado a manos del moro, con lo que consiguió así obtener la victoria. Los lamentos de Zíngaros, Contrabandistas, Cristianos, Piratas y Estudiantes fueron acallados por la alegría de Realistas, Huestes del Cadí, Musulmanes y Marroquíes.

Así la bandera de la media luna continuará ondeando en lo alto del Castillo hasta mañana, cuando se interpretará la Estafeta y Embajada Cristiana; acto en el que los de la cruz volverán a luchar mano a mano con sus enemigos para recuperar el control de la ciudad.

La anécdota

Uno de los momentos que más sorprendió durante el acto fue en el parlamento entre ambos embajadores. Se vivieron momentos de tensión cuando el moro, a lomos de un caballo, casi se cae.

El animal sufrió un tropiezo y se tambaleó durante unos segundos. Sin embargo, el jinete supo controlar la situación y continuar su discurso sin apenas inmutarse. Entre el público y los propios participantes del acto se escucharon susurros de asombro para acabar rompiendo en aplausos por su gran actuación.

Según fuentes de la Junta Central de Comparsas de los Moros y Cristianos, este año se emplearán unos 933 kilos de pólvora durante los días de fiesta, parte de la cual se invirtió durante la mañana de ayer. El resto de cartuchos se agotarán con el alardo, la Estafeta y Embajada Cristiana que tendrá lugar durante la mañana del último día de fiestas.