Petrer comienza a soñar desde hoy con las Fiestas de Moros y Cristianos de 2016 porque las de 2015 ya forman parte de la historia desde anoche. Con la despedida a las bandas de música de las diez comparsas también cerró la villa un ciclo de cinco grandes días donde ha imperado el buen tiempo, el disfrute jovial de festeros y visitantes, la ausencia de incidentes de consideración, el lucimiento de las capitanías, el recuerdo de los ausentes y la devoción por San Bonifacio Mártir. Y para agradecérselo al patrón, en el alardo de todas las comparsas durante la Subida del Santo, cuando la pólvora dejó de teñir el recorrido de humo blanco y las rodelas pararon de bailar, tuvo lugar la Misa de Acción de Gracias. Un acto íntimo para los vecinos de Petrer, festeros y no festeros, porque los identifica con su historia, sus creencias, sus raíces y un futuro compartido como pueblo. Y lo hace en un escenario emblemático: la ermita de San Bonifacio.

Acabada la misa tocaba enfrentarse a otro episodio de hondos sentimientos. Sobre todo para capitanes, abanderadas y rodelas. Para los que dejan el cargo y para los que lo reciben. Son ilusiones encontradas en una proclamación que sobrecoge al espectador y que despierta una gran curiosidad por saber quien toma el relevo al frente de cada comparsa. Llegaba entonces el momento soñado por los nuevos cargos festeros. Comenzaba el emotivo alardo de bajada, haciendo los capitanes estremecer sus arcabuces mientras sus comparsas los custodiaban. Era la tradicional bajada y el acompañamiento hasta sus casas. Las Fiestas de Petrer llegaban a su fin en un soleado día que ya es historia y que comenzó con la Guerrilla, la Estafeta y la Embajada Cristiana.