Era apenas un bebé cuando Santiago Rodríguez, el músico petrerense que ayer dirigió el pasodoble Petrel, asistió por primera vez con sus padres a la Entrada de Bandas de Petrer. Un acto por el que ya desde niño sentía auténtica adoración y que ayer tuvo el honor de protagonizar recibiendo una intensa ovación que jamás podrá olvidar. Por eso para actual director de la Asociación Musical Virgen del Remedio su nombramiento como director del pasodoble Petrel, por parte de la Unión de Festejos de San Bonifacio Mártir, ha sido una alegría tan extraordinaria como inesperada.

«Dirigiré el pasodoble Petrel desde el sentimiento, dejando de un lado la técnica, puesto que una dirección ante tal cantidad de músicos es muy complicada técnicamente, y que la gente y las bandas presentes disfruten conmigo al máximo, que es mi mayor deseo porque yo estoy seguro de que las sensaciones que voy a sentir ese día van a ser geniales», indicó el maestro cuando hace unos meses se hizo pública su designación. Ya entonces reconoció que alguna vez, siendo niño, se le pasó por la cabeza que quizá algún día podría ser él quien tomara la batuta para dirigir el pasodoble Petrel en su pueblo, en sus fiestas y ante su gente.

Procede de una familia con gran tradición musical y es festero de la comparsa Tercio de Flandes. Ha vivido entre dos mundos de hondas emociones pero ayer Santiago pudo comprobar lo que se siente al inaugurar oficialmente el acontecimiento social más importante de su pueblo natal. «Las Fiestas de San Bonifacio las he vivido desde siempre, sigo participando en ellas, y la música en mi familia está muy presente, ya que tanto mi padre como mi abuelo y otros familiares son músicos, por lo que todos lo viviremos con mucha intensidad». Y así fue precisamente porque la emoción con la que afrontó el festejo se la contagió también a sus familiares, algunos de los cuales no pudieron reprimir las lágrimas de orgullo y felicidad. El mismo orgullo y la misma felicidad que ayer experimentó Santiago cuando, al subir al castillo de Embajadas y tomar la batuta, cumplió el sueño de un niño que inició sus estudios musicales a los ocho años en la Asociación Virgen del Remedio de Petrer. La banda que ahora dirige y con la que ayer compartió uno de sus mayores anhelos.